La retirada de Viena


Álvaro Riveros Tejada

riveros_thumb Seis años ha tardado el gobierno del Movimiento Al Socialismo para aprobar el proyecto de Ley de Denuncia a la Convención Única de 1961, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre estupefacientes, principiando de esta forma el trámite para la retirada de Bolivia de la Convención de Viena y justificando dicha medida con el pretexto de que no se puede prohibir el acullico o masticado de la hoja de coca, porque nuestra Constitución lo protege.

Lo curioso del caso es que se haya demorado más de media década para asumir esta medida y más raro aún, que esta coincida “sin querer” con las declaraciones que el ex zar antidroga de Bolivia, Gral. René Sanabria Oropeza acaba de formular hoy, ante un tribunal de Miami, declarándose culpable de los cargos de narcotráfico.



Con un “culpable, su señoría”, Sanabria y su compañero de viaje Juan Foronda Azero, que también está siendo juzgado, respondieron a la juez Úrsula Ungaro cuando ésta les preguntó, cómo se declaraban frente a las acusaciones presentadas por la Fiscalía Federal del Distrito Sur de la Florida.

Ambos imputados lograron alcanzar previamente un acuerdo con los fiscales federales a cambio de una sentencia menos severa, que comprende seguramente el acogerse al programa de protección de testigos, muy usual en los EE.UU. en este tipo de eventualidades. Asimismo, las autoridades estadounidenses se comprometieron a eliminar un segundo cargo: el de importación de cocaína, compromiso que obliga a los acusados a cantar sobre delitos, personas y rutas utilizadas por los narcotraficantes, que compensen la atenuación de las penas.

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Al igual que la computadora personal de Raúl Reyes, el subcomandante de las FARC, que fue dado de baja por el ejército colombiano en las selvas del Ecuador, el caso Sanabria podría convertirse en una catarata de acusaciones comprometedoras que derriben muchos mitos. De ahí que es necesario revisar el propósito de abandonar el Convenio de Viena sobre Sustancias Sicotrópicas, pues dicha acción podría ser calificada como premeditada y dirigida a soslayar las eventuales declaraciones que Sanabria pudiese emitir sobre Bolivia.

Del mismo modo, porque carecerían de seriedad y consistencia, tampoco consideramos aconsejable calificar las posibles acusaciones que mañana pudiese hacer Sanabria en contra de personas o instituciones de Bolivia, como una retaliación o venganza que el imperio o la comunidad internacional hayan decidido esgrimir contra nosotros por nuestra “honrosa retirada de Viena”.