Era informática y poder inteligente

Agustín Saavedra Weise*

a-saavedra31 El profesor de Harvard Joseph Nye es conocido por divulgar los términos “poder duro” (fuerza o represalias) y “poder blando” (diplomacia o persuasión), ambos usados indistintamente en diversos escenarios internacionales. En su nuevo libro “El futuro del Poder” (Public Affairs, 2011) Nye se explaya aún más sobre la amplia problemática del poder mundial observable al entrar en la segunda década del siglo XXI e introduce interesantes concepciones. Asimismo, explica algunos aspectos de la declinación del poder mundial estadounidense y sus perspectivas.

El poder no es otra cosa que la capacidad de hacer que otros hagan lo que queremos se haga. Con poder imponemos nuestra voluntad. Nye considera ahora que, más allá de la dualidad poder duro–poder blando, se impone un nuevo tipo de poder en el escenario internacional: poder inteligente (smart power).



Nye explica que en estos tiempos, el poder ya no se mide por el tamaño de las fuerzas militares, cantidad de armas o número de barcos. Ahora atravesamos una era digital, el que tiene mayor control de la información es el que ostenta verdadero poder. Y esto puede darse no sólo entre Estados —los actores básicos del sistema internacional—, sino también con otros actores en una amplia gama, desde centros de investigación y grandes empresas u organizaciones no gubernamentales, hasta grupos terroristas o de liberación.En esta época digital, la información representa por sí misma un poder concreto. La difusión del poder —según Nye— resulta hoy en día mucho más importante que la mera transición del poder. Más que preocuparnos acerca de si China u otras potencias emergentes heredarán el poder norteamericano, Nye afirma que cabe preguntarse primero qué sucederá con la creciente difusión del poder informático en esta etapa mundial signada por el auge de Internet.

Es por eso que Nye refuerza —en las especiales circunstancias del presente— la necesidad de dotarse de un poder inteligente, un poder con la sagacidad necesaria para lidiar con los angustiantes problemas de la hora y de los días que vendrán. Ese poder inteligente tiene que ser —como el buen whisky— un sabio blend (mezcla) de poder duro, blando y manejo de la información. Quien utilice mecanismos persuasivos con atractivos y recompensas, acompañados de la realidad del poder duro de la coacción o amenaza inmediata de aplicarla, agregando además la astucia provista por el nuevo poder cibernético, tendrá siempre las de ganar. Inclusive actores más pequeños y organizaciones no estatales pueden llegar a tener este poder inteligente, ya que los avances tecnológicos los hacen competitivos mediante la difusión del poder global. En definitiva, el futuro del poder inteligente está en manos de quienes tengan acceso y capacidad de usar la información disponible, combinándola óptimamente para satisfacer sus intereses o propósitos.

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En el discurso inaugural de 2009, Barack Obama expresó que su uso del poder sería “prudente”. Posteriormente, la secretaria de Estado Hillary Clinton se refirió explícitamente al “poder inteligente” para alcanzar objetivos norteamericanos sin violencia o con un mínimo de ésta.

“Del dicho al hecho hay un gran trecho”, reza el viejo refrán. Estados Unidos está aún en pañales en lo que hace al uso del poder inteligente; los asuntos de su interés hasta ahora se resolvieron casi siempre por la fuerza y en algunas ocasiones por la persuasión. De aquí en adelante tal vez la receta balanceada de Nye pase a ser puesta en práctica. Bienvenidos al nuevo mundo del smart power.

*Politólogo y ex canciller

La Prensa – La Paz