Conocida como “la grandota de Camargo”, la intérprete mexicana cumple este sábado 83 años
Su belleza y presencia física imponían lo mismo en un palenque, un programa de TV o en una película, pero la idea de conservar su apariencia llevó a la cantante Lucha Villa a sufrir una tragedia que aun después de dos décadas tiene consecuencias.
En agosto de 1997, tras un reciente divorcio y a un punto de estrenar un disco y una telenovela, Lucha Villa decidió someterse a una liposucción.
“Mañana me voy al desgrasador”, dijo Lucha Villa al cantante Alberto Ángel “El Cuervo”, durante una reunión de autores y compositores de México.
«Me decía ‘no te vayas de aquí para que crean que eres tú el que está comiendo tanto'», recordó «El Cuervo» en una entrevista para Univision hace un par de años.
Según el cantante, en aquella reunión Lucha mostró su habitual sentido del humor y estaba muy confiada sobre los resultados que tendría la intervención.
La siguiente ocasión que tuvo noticias de ella fue cuando Lucha se encontraba grave en el hospital.
Varios médicos amigos de Lucha se habían negado a operarla, consideraban que no se encontraba en el mejor estado anímico debido a su reciente divorcio y al estrés que podría causarle el lanzamiento de su disco y la grabación de una telenovela.
Pero Lucha, quien hoy cumple 83 años, estaba resuelta a eliminar la grasa de brazos, piernas y abdomen.
El elegido fue un médico brasileño que le recomendaron unas amigas y así Lucha, “la grandota de Camargo”, la protagonista de Lagunilla mi barrio, “La Japonesa” de El lugar sin límites, la mujer que cantó música ranchera como pocas y grabó decenas de discos, decidió someterse en un hospital de Monterrey a la intervención que le cambiaría la vida.
Habían transcurrido varias horas y parecía que la liposucción marchaba conforme a lo planeado. El médico estaba a punto de terminar cuando las alarmas sonaron: la tensión arterial de Lucha estaba bajando y subía la frecuencia cardíaca.
De manera sorpresiva, la cantante había sufrido un paro cardíaco y estaba al borde de la muerte.
“Se les fue la anestesia”, recordó su hija Rosa Elena.
Empezaron entonces días de agonía para la familia de la intérprete. Lucha Villa estaba en coma y pasó así once días.
Su hija Rosa le ponía canciones de Joan Manuel Serrat y le hablaba. Le pedía que moviera la mano o el pie si es que la escuchaba.
La angustia cedió un poco el día que Lucha mostró signos de movimiento, pero pronto el neurólogo les advirtió que el panorama no era alentador. Las consecuencias no serían las mismas para una persona joven que para una mujer como la cantante, quien tenía entonces 60 años.
Una vez que Lucha Villa despertó del coma se supo que las lesiones en el cerebro habían dejado terribles secuelas.
La falta de irrigación sanguínea y de oxígeno en el cerebro provocó que Lucha presentara parálisis parcial y perdiera el habla. Nunca más volvió a cantar.
Su familia hizo todo lo posible en los primeros dos años, el periodo clave en la recuperación, incluidas terapias en Cuba, pero Lucha jamás volvió a ser la misma.
En 2009 el programa Ventaneando visitó a Lucha en su casa en San Luis Potosí y aunque la actriz y cantante apareció sonriente, resultaron evidentes sus problemas para hablar y para tener plena conciencia de lo que ocurría a su alrededor.
El año pasado su sobrina, Damiana Villa, apareció en unas imágenes junto a Lucha y reveló algunos detalles de la situación de la intérprete. “Ya no habla, tiene ratos de lucidez y de repente no recuerda, desde que salió del coma no quedo hablando bien, pero ahora de plano ya casi no habla”.
Fuente: infobae.com