La chicharra Galindo


José Luis Bolívar

Soy imperioso, fatuo, tengo una riqueza desordenada de imaginación, deberán rechazarme o aceptarme como soy, pues yo no cambiaré: Marqués de Sade

Donatien Alphonse François de Sade, el Marqués de Sade, es uno de los autores más leídos, controvertidos, amados y repudiados de la historia, cuya obra elogiada y criticada paralelamente, perdura hasta nuestros días, incluso en obras del séptimo arte.



Ciudadano aristócrata de la Francia del Siglo XVIII, llevó una vida llena de excesos de todos los tipos; especialmente aquellos en los que el sexo y la violencia, iban siempre de la mano.

Fue condenado por lo menos media docena de veces y purgó largas condenas, una de ellas en la emblemática Bastilla, prisión en la cual desarrolló su más prolífica etapa de literato erótico, y en la que escribió obras como “Los 120 días de Sodoma”, narrativa no apta para personas incapaces de entender, que, en cuanto a imaginación, el cerebro humano no tiene límites.

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En una época en la que la influencia de la iglesia era tremendamente fuerte, tanto para lo moral como para lo político, Sade trasgredió cualquier linde, y mientras más le prohibían algo, o el rechazo social era mayor, el deseo de enfrentarse a lo “correcto”, crecía mucho más y es así que en su obra, se refleja su irritante inconducta y creciente necesidad, de ser más arrogante aún.

Pero esa inobservante personalidad, no obedecía al simple hecho de darle a la sociedad y las leyes, una constante fuente de polémica y escándalo. Sade era un ser lleno al desborde de parafilias que debían ser constantemente saciadas, y aunque era un hombre de familia, Sade buscaba permanentemente satisfacer sus recurrentes deseos con hombres y mujeres que reclutaba en los más infames burdeles y que la mayor parte de las veces, no podían tolerar las depravaciones a las que se debían someter y terminaban denunciándolo a las autoridades.

Sade era incapaz de desasociar el placer del dolor, entendía que ambos iban de la mano y que dar o recibir dolor, eran los propósitos reales de la sexualidad humana. Se convirtió en nihilista, y sostenía que, para quitarle cualquier propósito de reproducción al sexo, y que este sea concebido única y específicamente como un vehículo al placer, el medio adecuado era la sodomía.

A él, se le debe el término sadismo, y su complemento el masoquismo, constituyen dos parafilias de práctica sumamente común, y aunque se las puede entender como géneros de conducta exclusivamente sexuales, existen personas que las practican con otros medios, pero con los mismos fines del Marqués de Sade, generar en la sociedad, cuestionamiento, polémica, anarquía y rechazo en igual proporción.

Hace un par de días, nuevamente la cabeza más notable de mujeres creando, usó su columna semanal para enlodar al máximo posible, a la Presidenta Interina de los bolivianos, adjudicándole una serie de aspectos, que seguramente ni su nana sabía.

Le dijo de todo y le puso en texto para que tenga, guarde y ahorre y le quede cambio para sus perritos más, en fin, se fue de tal manera de rosca, que Facebook se llenó de un montón de reclamos e improperios de igual o mayor calibre de los de la Galindo, no tanto en defensa de la beniana, como en ofensa de la paceña, cayendo sobre ella tal cantidad de maldiciones, que seguramente, a más de un ser común y corriente, le hubieran llevado a pensar seriamente en el suicidio.

Pero quienes optaron por la recriminación y el agravio, no se dan cuenta que a quien estaban tratando de mellar, es pues a doña María Galindo, un personaje más duro que los vidrios de los carros de asalto baleados en Senkata.

Vuelve a mi memoria, la imagen de María Galindo y una de sus compañeras de lucha, siendo desalojadas de las inmediaciones de la Plaza San Francisco, por unos tres o cuatro varones, quienes a punta de chicotazos (de la manera más cobarde posible), no les permitieron ser parte de las manifestaciones contra el Goni, allá por octubre del 2003.

Cualquier otro ser humano, ante semejante vejación, seguramente hubiera resultado con unas lesiones morales y espirituales muy difíciles de superar, pero doña María Galindo parecía por el contrario, estar disfrutando de la cuera, y no es que hubiera puesto cara de felicidad o placer, sino que a la primera oportunidad que tuvo, volvió por más, y cada vez que puede, se inventa cualquier temita para enfrentar al sistema y a la sociedad que cuestiona, buscando siempre el mismo o peor maltrato.

Pero más allá de los golpes, arañazos, toletazos, ahorcamientos, escupitajos y lo que físicamente pudiera dar o recibir cada que va a algún lugar a protagonizar uno de sus espectáculos, el verdadero sadomasoquismo de la Galindo está en la pluma y la tinta, como si se tratase de una Marquesa de Sade moderna.

Así como el sádico, profiere dolor a su sumiso y a través de ese suplicio recibe deleite, cuando la Galindo, se explaya en el improperio y la descalificación, su gozo llega al máximo y si pudiera lo haría a diario pues víctimas le sobran y abundan por su camino, tal como lo hace en su “trinchera” radial cada mañana, cuando a sus entrevistados a veces no se los puede recoger ni con cucharilla. Con tal de generar bochorno y nauseas, le mete al teclado con bastante ponzoña y su rasa es pareja para que no quede títere con cabeza, con lo que obtiene para sí, una enorme dosis de satisfacción.

Por el otro extremo, su fuente de placer alterna, es justamente el masoquismo, el dolor físico o mental que pueda recibir por parte de quienes ha ido a provocar y provocados como puedan quedar, le sueltan desde maldiciones hasta golpes para ver si aprende o escarmienta, pero como es fiel a su usanza, la rebelde de media cabeza rapada, recibe todas las palizas posibles, con una enorme dosis de placer y siempre se queda con ganas de más.

De manera que, si se vuelve habitué de sus columnas o las lee circunstancialmente, porque alguno de sus contactos está despotricando en su perfil, o ve que ha pintado en la pared de algún museo de arte, una blasfemia contra Dios, no se gaste preparando el mejor de sus denuestos, ni mucho menos llene su portal de Facebook con palabrotas, porque haga lo que haga en contra de ella, simplemente pierde su tiempo. A doña María Galindo, toda la sarta de calificativos y hasta el desagravio del mismo periódico Página Siete, no le hacen ni cosquillas, no le llegan ni a las canillas y si lo hacen, provocan en ella todo lo contrario a lo que usted quisiera, dado que con todos esos ataques, ella reconstruye su rol de víctima del patriarcado y sigue colocando en la misma bolsa, a todas las mujeres que la denostan, a quienes como ya lo ha leído, le sobran adjetivos calificativos para despreciarlas.

No necesariamente es una caradura, sino que está tan perdida en su filosofía, que la realidad le hace los mandados y persiste en su violenta locura como si no le pasara nada.El que nace chicharra muere cantando…y la Galindo tiene más pistas que un karaoke, de manera que lo mejor que puede hacer, es ignorarla como se lo merece.