El periodista Richard Romero fue detenido hoy en la ciudad de La Paz bajo la acusación de “desacato” y se encuentra en la carceleta judicial de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC).
El “delito” de Romero es difundir un documental de su creación -que él mismo vendía en CDs y DVDs- titulado Dictadura Sindical, donde varios pobladores del Chapare denuncian presuntos mecanismos de intimidación y opresión puestos en práctica por los sindicatos cocaleros que preside el primer mandatario, Evo Morales.
No hay en el documental mencionado afirmación alguna hecha por Romero que pudiera dar lugar a la figura -bastante discutible por otra parte- del “desacato”, sino una simple compilación de testimonios de oriundos y residentes del Trópico de Cochabamba.
El apresamiento del periodista cruceño es sintomático del eclipse de la libertad de prensa y del clima crecientemente antidemocrático que se vive en el país. La penalización de supuestos “delitos de opinión” es una vieja piedra de toque para reconocer a los regímenes autoritarios, prueba que ya se está dando de manera plena en el caso de la Bolivia de Evo Morales.
También es clave señalar que el caso demuestra la extrema sensibilidad del régimen en todo lo tocante al bastión cocalero del Chapare, origen del poder del partido de gobierno y principal beneficiario del accionar estatal.
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Se vuelve pertinente, por lo tanto, la pregunta: ¿estamos frente a una emergente narco-censura, que busca obstruir la difusión pública de información referente al circuito coca-cocaína?
Lo cierto es que, si muere la libertad de prensa, habrán caído por tierra las últimas ruinas del casi demolido sistema democrático boliviano…