Manfredo Kempff Suárez
No hay duda de que este gobierno es el que con más éxito y poco decoro ha exhibido su profundo amor por los indios, pero también, está a la vista, de la manera más falaz. Al indio se le ha hecho creer que manda, que el poder está en sus manos, que ha llegado el tiempo del Pachacutec. Sin embargo, todo lo que se le ha dado a los indios bolivianos han sido discursos que han fomentado el odio racial contra los otros bolivianos, blancos o blancoides, mestizos en el fondo, a quienes se los quiere barrer del mapa. Pero, además, alienta el enfrentamiento entre los indígenas del Ande contra los indios de la llanura. En suma, el gobierno del MAS repone el viejo anhelo incaico de dominación territorial en esta zona de América que llegó hasta donde se toparon con los chiriguanos.
S.E. y el Movimiento al Socialismo (MAS) sacaron el mejor partido al ubicar a los indígenas como vanguardia de su arremetida política contra los llamados partidos “neoliberales” o más directamente contra el sistema político imperante desde la restitución de la democracia en 1982. Se habló del “Estado Indio” en su momento, que poco a poco se fue diluyendo hasta quedar en el “Estado Plurinacional”, donde se supone que un conjunto de naciones – 36 por si fuera poco – hacen el conjunto del Estado nacional, que ya no de la nación boliviana, sepultada con ritos pomposos muy tristes.
“¡Los indios al poder!”, podría decirse que fue el grito de la primera hora del MAS. Sin embargo los que capturaron el poder fueron los cholos. Porque éste es un gobierno de cholos por donde se le mire. Todas las instituciones nacionales han sido copadas por cholos, casi sin excepción. Y lo de cholo no tiene el carácter racista que se le pudiera dar, sino el de actitud. El cholo puede ser blanco, café con leche, moreno, o negroide; eso no importa, porque lo trascendente es su conducta, no su origen racial. El cholo es el que ha tomado el poder en Bolivia, utilizando al indio como disfraz. Si se echa una mirada al gabinete ministerial, a la casi totalidad de la administración pública, lo que vemos no son indios sino cholos.
El “poder indio” de la primera hora, aquel poder alentado por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que a su vez estaban dirigidas por extranjeros ávidos de experimentos y por cholos izquierdistas que habían sido derrotados electoralmente por los partidos “neoliberales”, sólo sirvió para portar su imagen. La imagen del país indio dio frutos muy buenos en el extranjero y existió mucha habilidad para mostrar internacionalmente a una Bolivia que se sacudía las cadenas de la opresión oligárquica, occidental, caucásica, que se había instalado en estos territorios desde la Conquista y la Colonia y que no eran “originarios”, por lo tanto, intrusos, escamoteadores, ladrones.
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Pues bien, los cholos ahora gobernantes están en conflicto. Y están en apuros porque los indígenas se han dado cuenta que ellos sirven sólo para ser utilizados en sahumerios rituales, folclore, y para enarbolar la whipala en las grandes concentraciones que convoca S.E. Los filósofos, historiadores, antropólogos y sociólogos del MAS se han dedicado a inventar historietas sobre nuestro pasado. Han aparecido nuevas deidades andinas, nuevas costumbres que se desconocían hasta hace 10 años. Ahora hemos oído hablar no sólo de la Pachamama, tradicionalmente reconocida durante siglos como la Madre Tierra, sino del Pachatata, que seguramente es el macho de la Pachamama.
Pero los indígenas están dándole la espalda al gobierno masista. Menos, seguramente en el occidente y más en el oriente del país. Ya que la demagogia les dio enormes prerrogativas a los indígenas, más allá de lo prudente, ahora éstos quieren que la letra de esa Carta Magna, redactada, dicen, por ellos mismos, sea respetada. Y de ahí que si se quiere hacer una exploración o explotación petrolífera o aurífera en el territorio nacional haya que pedirles permisos a los “originarios” que, constitucionalmente, son los dueños de las riquezas; o si se quiere realizar un proyecto hidroeléctrico, también; o si se quiere construir una carretera que atraviese por sus bosques hay que rogar por su visto bueno. Todo se hizo mal en la Constitución vigente, todo se lo hizo con el propósito de destruir al viejo Estado, y ahora ni el viejo Estado está desmoronado del todo, aunque muy maltrecho, y el Estado Plurinacional no arranca y no hace otra cosa que redactar y aprobar leyes terroríficas, amenazantes, sin emprender la menor gestión de envergadura.
Los indios están bravos porque recién se sienten estafados, y los cholos oficialistas están asustados porque saben que se han metido en camisa de once varas. Los primeros les piden a los segundos que de una buena vez se cumpla con la ley o que serán declarados enemigos. Y los segundos, los cholos, han vuelto a su viejo expediente contra la oligarquía (sobre todo cruceña) para decir que es ese segmento canalla el que quiere soliviantar a la indiada para frenar el proceso de cambio. Pues bien, los indígenas ya han decidido marchar hasta la sede de Gobierno para exigir los derechos que el MAS no sabe cómo cumplir.