“¿Indígenas en salvajismo?”


Iván Arias Durán*

ivan-arias-duran “¿Eso es lo que quieres?”, me increpaba un fanático amigo masista. “Oponerse a que la carretera pase por el TIPNIS”, sentenciaba, “es oponerse al desarrollo de los hermanos indígenas y postrarlos a la pobreza, el subdesarrollo y primitivismo”. Al escucharlo me confirmaba aquello que desde un principio denuncié, en sentido que el discurso indigenista en el masismo era y es una fachada, un barniz, un oportunismo ideo político que utilizaron para tomar, copar y envilecer los poderes públicos. La matriz machista, desarrollista, antropocéntrica y depredadora que posibilitó el desarrollo europeo o el gran salto soviético o chino actual no es ajeno a los ideólogos y gobernantes actuales.

Hace 21 años, cuando el masismo ni siquiera existía, un grupo de ciudadanos y ciudadanas arrancaban desde Trinidad la Marcha por la Vida y la Dignidad. Eran no más de 100 los que iniciaron la peregrinación a la ciudad de sede de gobierno. Se llamaban así mismos indígenas mientras el resto se apegaban a lo campesino o a lo colonizador, como era el gusto de los cocaleros del Chapare. No reclamaban tierra, sino territorio y no pedían limosnas sino dignidad. Después de 30 largos días, los 100 se convirtieron en miles y miles que arrobaron y salían a recibirlos, victoriosos, en la sede de gobierno. Esa marcha marco el punto de quiebre porque desde entonces el país se redescubrió, se supo no solo aymara, quechua y tupiguaraní (esta última acepción como un despreciable etcétera) sino multiétnico y que esos supuestos “salvajes nómadas en proceso de extinción”, existían y formaban parte de la Bolivia pluricultural.



Desde el año 2006 les hicieron creer que el actual gobierno era su gobierno pero como dice el dirigente y diputado indígena Bienvenido Zacu: “los anteriores gobiernos nos trataban mejor, ahora nos dicen “ustedes son minorías” y nos desprecian como lo hacían los patrones”. Este lunes 15 de agosto del 2011 parte la marcha de los pueblos indígenas rumbo a La Paz en defensa del TIPNIS pero a sabiendas que si se pierde esta batalla los varios territorios, áreas protegidas y parques naturales que tiene Bolivia caerán en las garras del desarrollismo homogeneizante. Por lo tanto su lucha no es aislada.

Pero que es lo que está en juego si se parte en dos el TIPNIS?. En base a Fernando Aponte enumero los siguientes aspectos:

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1. Un proceso de colonización acelerada (cocaleros), que terminaría liquidando a las comunidades Indígenas Mojeña, Yuracaré y Chiman. El TIPNIS tenía originalmente un millón doscientas mil hectáreas, hoy apenas cuenta con un millón y centenas de áreas ya invadidas.

2. Serios problemas medioambientales, producto del proceso de colonización inevitable y la depredación del bosque al momento de la construcción de la carretera. Debemos tener claro que el TIPNIS asume una doble cualidad, es Territorio Indígena y a la vez Área Protegida, si lo partimos, generaremos la desaparición del Territorio y como efecto inmediato, la destrucción del Área Protegida.

3. Ante la certeza de la existencia de reservas hidrocarburíferas en la zona, corremos el riesgo de que se retomen las banderas del expansionismo interno asumido por Cochabamba desde hace algo más de 20 años contra el departamento del Beni. Hoy supuestamente existe un límite no definido, cosa que no es verdad, con la creación de las provincias Mojos y Marbán (donde se establecen los límites), primero por decreto y luego elevado a rango de Ley, los benianos interpretan que sí tienen limite definido con Cochabamba y que lo que falta es aplicar la demarcación de esos límites.

No es cuestión de oponerse al desarrollo, simplemente recordar a los dizque defensores de la madre tierra que otro desarrollo con identidad es posible (leer el Plan de Gestión Territorial Indígena y los últimos informes de las fundaciones Tierra, Natura y Fobomade sobre la economía del TIPNIS) y que además existen dos alternativas reales para la construcción del Tramo II, una de ellas es bordear el Parque por el Oeste y construir la carretera sobre las faldas de la Serranía; la otra opción es bordear el Parque por el Este y construir la carretera orilleando el Río Isiboro. El desarrollo sostenible bien merece asumir los costos de estas variantes.

*Ciudadano de la República de Bolivia

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