Madrid, Trípoli, La Paz


Carlos Cordero Carrafa

CORDERO En Europa, Madrid se convirtió temporalmente en la capital del mundo católico por la presencia del pontífice Benedicto XVI y de más de dos millones de entusiastas jóvenes llegados de varios lugares del mundo a propósito de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Un puñado de laicos realizó actos de protesta por la presencia del Papa y por los gastos realizados por el Estado español para recibir, alojar y cubrir los varios pacíficos encuentros y ceremonias para orar por la paz.

En el norte de África, Trípoli, la capital de Libia, por los mismos venturosos días se redujo a bastión de resistencia de una patética dictadura que se desmorona. Desde hace varios meses atrás, Libia vive una cruenta guerra civil y la paz es una ausencia que preocupa a todos los Estados democráticos. Sólo algunas dictaduras del tercer mundo hacen piruetas mediáticas para defender a un gobierno autoritario y violento que ha perdido el apoyo de su pueblo y, sobre todo, de los jóvenes.



En el planeta azul y redondo como una naranja se tienen visiones encontradas frente a estos dos hechos ocurridos en un espacio relativamente cercano, pero de características políticas y culturales tan diferentes entre sí. Mientras en España se gasta dinero para orar por la paz, en Libia se gastan vidas para encontrar la paz. Como podemos advertir, vivir y conservar la paz tiene un costo en dinero y en sacrificios personales, pero siempre es más barato que tratar de recuperar la paz perdida, pues ésta suele reconquistarse con muertos, mucho dolor y sangre de inocentes.

Los laicos que protagonizaron los actos de protesta por los gastos realizados y por la presencia de apasionados jóvenes que daban testimonio de su fe bajo la orientación y reflexiva palabra de Benedicto XVI, quien sabe si prefieren que el Gobierno español y otros gobiernos europeos incrementen el presupuesto con fines bélicos para imponer la paz en el mediterráneo por la poderosa violencia y no por la débil oración.

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Lo que queda como enseñanza, después de Trípoli y Madrid, en la retina y en el corazón del mundo es que no hay poder terreno que tenga posibilidad de trascender los límites humanos y que quienes se creen poderosos y predestinados, tarde o temprano se derrumban como consecuencia de todo el mal que sembraron. También quedó felizmente claro, en la alegría y sencillez de esos millones y hermosos jóvenes reunidos en la Jornada Mundial de la Juventud, que el amor cristiano, la fe y la oración son infinitamente más fuertes y sabios que la más violenta y proclamada de las dictaduras e ideologías.

Río de Janeiro, en el hermano Brasil y en el feliz año de 2013, será el próximo encuentro de la Juventud Católica del planeta azul.

Trabajemos y oremos para estar presentes en ese legendario encuentro por la paz y con la paz de nuestro señor Jesucristo, a pesar de todas las guerras y lamentos de los violentos.

La Prensa – La Paz