Jorge Castel / Bolivia Digital La pandemia del coronavirus, que ya cobró la vida de algo más de 24 mil personas en todo el planeta, también golpea a la comunidad boliviana. Los connacionales le contaron al periódico Bolivia sus vivencias, pero también sus pérdidas.Este, por ejemplo, es el caso de Carmen Tórrez, una boliviana que reside desde hace más de 30 años en Inglaterra. El miércoles perdió a su esposo por coronavirus y no pudo despedirse de él porque no se lo permitieron debido a las rigurosas restricciones sanitarias.El esposo de la señora Torres tenía nacionalidad chilena. Ahora ella está sola en su casa esperando que pase este mal momento en todo el orbe.Carlos Ariñez es doctor en Ciencias Sociales y es docente universitario. Se encuentra en Costa Rica y cuenta que, como en otros países, allí también se imponen medidas de prevención.“Hay 231 casos confirmados y dos fallecidos, la epidemia tocó a los adultos. En Costa Rica hay 150 familias de compatriotas distribuidas en varias regiones. Una de las grandes restricciones fue que no podían salir del país y si lo hacían, perdían la condición de residentes, y ese fue un tema complicado porque muchos han tratado de volver con su núcleo familiar”.Desde Buenos Aires, Argentina, Norah Yujra, enfermera de profesión, contó que “la cuarentena es bastante rígida” y que existe control policial “por todo lado, solo se circula con permisos”.Relató que los connacionales tienen dificultades para conseguir alimentos. “Si bien los supermercados están abiertos, los productos de primera línea son escasos y te los venden restringiendo la cantidad. También faltan barbijos y alcohol”.Desde Madrid, España, José López indicó: “Aquí se lo tomó a chiste como en Italia y se complicó todo. Ahora trabajamos desde casa y todo está parado; mi hija pasa clases virtuales de su colegio. No falta la comida, hay multas y no se puede circular”.Marco Rengel reside en Bremen, Alemania. Se desempeña en la especialidad de cirugía plástica y reveló que su rutina cambió rotundamente desde que llegó el virus a ese país.“Los médicos y todo el personal de salud tiene permiso de circulación para trabajar. Las multas son muy fuertes, pues van de 300 a 6.000 euros por incumplir las normas. La mayoría de la gente trabaja online”, puntualizó.Mauricio Uriona es ingeniero comercial de profesión y es docente en la Universidad de Santa Catarina, en el sur de Brasil. Relató que en esa región hay pocos bolivianos.“No nos falta nada; se puede ir a los servicios esenciales, desde mercados grandes hasta los de barrio, hay gasolina. Este fue de los primeros Estados en entrar en cuarentena y esos días hubo pánico, la gente compraba cosas como para la guerra. Al principio, seguía mi trabajo con clases virtuales, pero luego se suspendieron actividades por 30 días”, señaló.