El gobierno de Evo Morales parece decidido a generar un nuevo escenario de violencia en el país, esta vez mediante el enfrentamiento entre cocaleros -base dura del régimen- e indígenas de tierras bajas.
Así podría pasar en la zona de Yacumo, Beni, donde “colonizadores” (en gran parte, cocaleros) han cavado zanjas para impedir el paso de la marcha indígena.
Recordemos que por lo mismo, la apertura de una zanja que buscaba evitar el avance de organizaciones campesinas afines al partido de gobierno, Leopoldo Fernández fue derrocado como prefecto de Pando y está en prisión desde hace tres años, acusado de genocidio.
Mientras se diseña el bloqueo cocalero a los marchistas (y recordemos que Evo sigue siendo el presidente de los sindicatos de esa “actividad”, por lo tanto responsable de sus posibles acciones violentas) el primer mandatario anuncia que habrá consulta sobre la carretera, pero que ésta se hará entre indígenas, cocaleros y colonizadores.
¡Cuánto cinismo!
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Está claro que se busca trampear el asunto, organizando las cosas de manera que se garantice una mayoría pro-oficialista mediante el voto de los cocaleros. ¿Es decir que votarán tanto los potenciales depredadores del TIPNIS como las eventuales víctimas del ecocidio?
Asfixia e incompetencia
Mientras tanto, otra crisis ecológica se cierne sobre gran parte del país, con una nueva oleada de chaqueos incontrolados. El aire de Santa Cruz se vuelve irrespirable, como cada año, y la idea formidable que surge de la Gobernación cruceña es hacer una “cumbre sobre el humo”.
¿Será otro saludo a la bandera como la famosa “cumbre de seguridad ciudadana” que no sirvió para absolutamente nada?
En vez de plantear un show mediático, el gobierno departamental debería estar despachando a las provincias brigadas forestales que capaciten a los nuevos campesinos sobre las técnicas tradicionales para la realización de chaqueos controlados, con cunetas de seguridad y en días sin viento.
¿Es tan difícil?