Atletas parapléjicos se sienten “olvidados” por el Gobierno


La situación sanitaria en Bolivia frente al coronavirus desnuda la vulnerabilidad del sector. Trifonia Escobar, de Quillacollo, cuenta que muchos salen a ofrecer productos para subsistir. Gróver López se trata tres veces por semana.
Trifonia Escobar, deportista  especialista en baloncesto. TRIFONIA ESCOBAR

Trifonia Escobar, deportista especialista en baloncesto. TRIFONIA ESCOBAR

El temor que se encarna en todos (sin excepción) ante la pandemia causada por el COVID-19 es grande. Y si el miedo por contraer el virus genera desconcierto entre los que no sufren inmovilidad en ninguno de sus miembros, es más complejo aún el panorama de aquellos que se desplazan en una silla de ruedas y que tienen comprometido, por ejemplo, su funcionamiento renal.

El coronavirus, según le afirmaba hace unos días el neumólogo Abel Lara a OPINIÓN, es más dañino en individuos que padecen algún tipo de problema coronario, respiratorio o inmunológico, entre otros. Y ellos son conscientes de la nueva amenaza. Sin embargo, viven al día.



Una gran parte de este grupo se apoya en el trabajo informal, no valiendo aquí el amparo de la norma teórica, que pretende ser inclusiva, pero que en la práctica no vela al total del universo. Escobar, quien además de ser jugadora de básquet se desempeña como titular de la Asociación de Personas con Discapacidad Física de Quillacollo, está segura de que el riesgo es grande tanto para aquellos que están en el confinamiento obligatorio como para los que aún salen a vender frente al virus de Wuhan. Si se quedan en casa -afirma- el hecho de estar acostados complica las posibles escaras, que a lo largo se podrían transformar en úlceras. Y si circulan en la vía pública para ofrecer algunos productos, en el horario permitido, la exposición sanitaria es mayor.

Es una encrucijada. “Hay personas que venden chicles, otra que ofrecen limones con su cochecito o comidita. Si no hay gente, ¿quién les va a comprar? Otros tienen escaras que se hacen curar diariamente, pero se quedan en casa, echados. Esas heridas se deben estar profundizando. Por falta de atención, seguramente llegaremos al hospital”, lamenta Trifonia, de 54 años.

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Dice ser testigo del desconsuelo que sufren los parapléjicos, quienes suelen llamarla para expresarle su preocupación. Intentar calmarlos es lo único que puede hacer. “Solo les consolamos. Ojalá pudiéramos ayudarlos económicamente, pero también somos personas con discapacidad y no contamos con los medios”.

La situación sanitaria es el principal aspecto que recalca Escobar. La vulnerabilidad del sector en materia de salud implica varios aspectos asociados, como ataques convulsivos. “Muchos tienen convulsiones o alguna enfermedad. Todos los días utilizan medicamentos ¿Qué vamos a hacer? Tenemos paraplejia, incontinencia, necesitamos pañales y fármacos. Somos vulnerables en la salud. Debemos cuidar las heridas y el cambio de sondas. Sufrimos infecciones urinarias, las escaras se abren más y llegan a ser úlceras”, desglosa, para luego concluir: “Hago un llamado para que el Gobierno nos dé una mano para sobrevivir. No hay nada para nosotros. Repito. Se olvidaron. No nos toman en cuenta para nada. Ningún ministro mencionó a personas con discapacidad. Hasta canasta se está dando a los de extrema necesidad, pero nadie nos menciona. Nos sentimos relegados, discriminados”.

Muchos de los cochabambinos que practican deporte integrado y que adoptan el básquet, el ajedrez o cualquier otra disciplina en su estilo de vida padecen insuficiencia renal, por lo que deben dializarse al menos tres veces por semana. Es el caso de Gróver López Vargas, de 25 años. Él forma parte de la Selección Boliviana. Por fortuna, el atleta cuenta con el italiano Paolo, a quien llama cariñosamente “papá” y con el que vive.

Conoce bien el protocolo que debe seguir desde que ingresa al auto hasta que regresa a su hogar. Siempre usa barbijo, lleva su alcohol en gel y no conversa con nadie en el centro. “Con casi nadie tengo contacto. Entro directamente a mi diálisis. Después, no salgo. Siempre estoy con miedo. Me ponen más triste las cosas que oigo, especialmente de Italia. Quiero que pase, nomás ya, todo, la verdad”, cuenta Gróver, que consciente de las condiciones de salud del país también dice sentirse abandonado por las autoridades. “Estamos pésimo, no como otros países de Europa. La gente de acá no respeta para nada. Como personas con discapacidad, hasta ahora, como abandonados nos sentimos por el Gobierno y el Estado”.

Disminuir la cantidad de sesiones semanales le supondría un retroceso. Es por ello que debe salir. Siempre lo acompaña su papá, a quien agradece. Su empatía le permite inquietarse por los que poseen escasos recursos. “No sé cómo se sustentarán los más pobres”.

Trifonia también suele sufrir algunas molestias renales, pero se encuentra bien y no necesita ser dializada. “Cuento con la ayuda de mi papá y de mi hermana. Procuro cuidarme más. A veces siento dolores, pero mis riñones están estables”. Ella no puede ir al hospital más cercano de su casa (queda a unas cinco cuadras) porque el camino es pedregoso y es una pendiente.

El titular de la Asociación Municipal de Deporte Integrado de Quillacollo, Ángel Huarachi, “palpa” los momentos complicados de los afiliados. Menciona algunos de los que destacan. Recuerda que Eliseo Medina padece problemas renales, por lo que no lo vio “mucho” en los últimos ensayos en grupo. Destaca a Gino Saravia, de 24 años, uno de los mejores del seleccionado cochabambino. Limber Ríos es otro que promete mucho.  El muchacho, también de 24, jugaba a la pelota antes de sufrir un accidente. Era futbolista del Bata. Debe cuidarse de las úlceras.

Huarachi está convencido de que la práctica deportiva les genera motivación y los fortalece emocional y mentalmente. “Por suerte, son muy valientes. En esto puedo  testimoniar que el deporte les ayuda en la parte psicológica. Les afecta (el parate). Imagínese. Yo mismo, en este momento, me siento un poco preocupado. Me pongo en el lugar de ellos”, reflexiona el dirigente, a tiempo de confirmar que la Copa Andina que estaba programada para cumplirse en abril, en la Llajta, se suspendió.

Este medio intentó acceder al testimonio del ministro transitorio de Salud, Aníbal Cruz, a fin de conocer si existe alguna medida adicional que favorezca a este universo de atletas en el momento crítico frente a la pandemia. No obstante, las tentativas no surtieron efecto.Fuente: Opinión