Valentín Abecia López
José Miguel Concha, diplomático chileno, publicó recientemente una obra historiográfica bajo el título de Iniciativas chilenas para una Alianza Estratégica con Bolivia (1879-1899).
El trabajo en cuestión se centra en estudiar, con detalle de relojería, los esfuerzos realizados por un grupo de políticos chilenos, durante los últimos 20 años del siglo XIX, por conseguir “una alianza permanente con Bolivia”, en detrimento del Perú, estrategia que tomó el nombre de “política boliviana” en el país vecino.
Esta corriente, de la que formarían parte los presidentes Aníbal Pinto, Domingo Santa María, Jorge Montt y Federico Errázuriz Echaurren, habría buscado darle a Bolivia una vinculación con el mar y, en contraparte, en señal de gratitud, convertirnos en un aliado imperecedero.
La “política boliviana”, según el autor, tuvo un plazo determinado, se inició con la Guerra del Pacífico, a principios de 1879, y se extendió hasta fines del XIX, con el nombramiento de König, autor del ukase que hizo temblar de bronca a Bolivia entera, como ministro plenipotenciario.
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El autor intelectual de esta estrategia habría sido Domingo Santa María (ministro de RREE y presidente), quien entendía que frente a la rivalidad de Argentina y Perú, que tenían un mayor desarrollo económico que Chile, en aquella época se requería una alianza, firme y resuelta, de manera de forjar ciertos equilibrios, aún sea a la fuerza.
Dos hechos marcarán el derrotero de la estrategia, el primero fue la propuesta que tuvo como mensajero a Gabriel René Moreno (junio, 1879) y que ha quedado grabada como las “bases chilenas”, que planteaban el retiro de Bolivia de la contienda, perdiendo el territorio ocupado, y recibiendo, en compensación, Arica y Tacna; la propuesta fue rechazada de plano.
El segundo fue el frustrado Tratado de 1895, a través del cual Bolivia podría haber accedido a Tacna y Arica, siempre que estos territorios hubieran quedado en poder de Chile de acuerdo con el Tratado de Ancón.
El libro está bien escrito y nos hace ver que a lo largo de la historia de desencuentros con Chile hubieron algunos atisbos de lucidez, jamás del todo entendidos por ninguno de los dos países. Aquello de las “oportunidades perdidas“, pregonado por Montenegro, no sólo se aplica a Bolivia, pues está claro que Chile desperdició otras tantas oportunidades de construir una relación estable y beneficiosa.
La Prensa – La Paz