¡Hasta que nos enteramos que la expulsión de la DEA del territorio boliviano fue a raíz de un chisme que le llevaron al presidente, que ya no podía ver tranquilo a sus novias en El Chapare!
Ése había sido el nivel alcanzado por las “políticas de Estado” en el gobierno de Evo Morales, a juzgar por la nueva información revelada por Wikileaks.
Según estas filtraciones, nada menos que el narco-general René Sanabria, ahora detenido en Miami por cargos ligados al tráfico de cocaína, habría anunciado a los agregados de la DEA, Patrick Stenkamp y José Manso, que la agencia norteamericana debía abandonar las oficinas que tenía en el Trópico de Cochabamba, ante la inminencia de una toma por los cocaleros.
Sanabria no habría aclarado las razones, pero sí señaló que el entonces ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana, “sabe qué botones apretar para conseguir que Evo se moleste”.
El enigma se aclara con las declaraciones que el viceministro de defensa social, Felipe Cáceres, habría hecho a los mismos agregados. Al momento de confirmar que la agencia antinarcóticos debía salir del Chapare, indicó que eso se debía a que “Evo estaba molesto porque la DEA lo seguía, sobre todo cuando visitaba a sus novias”.
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Lo más interesante es que Cáceres “sabía que esto no era cierto y que la DEA sólo estaba implicada en operaciones contra el narcotráfico, pero que gente como Quintana estaba poniendo veneno en el oído del presidente”.
Las declaraciones del viceministro de la coca, recogidas en la filtración de Wikileaks, vienen a confirmar el poder que Quintana ejercería sobre el primer mandatario, quien a su vez mostraría el perfil de alguien fácilmente manipulable para elementos de su entorno.
Por supuesto, aún cuando el “chisme sobre las novias” haya sido el detonante para la expulsión de la DEA, sabemos que esto era cuestión de tiempo, dado el obstáculo que representaba la presencia de esa agencia para la política de expansión de cocales.
Lo que nos queda, en resumen, de este narco-culebrón, es la impresión de estar gobernados por una junta de bufones y conspiradores hamletianos (¡veneno en el oído!).
Sólo faltan en esta historia la traición y el puñal por la espalda. ¿O ya vendrán en su momento?