Enfrentando las dos crisis


Susana Seleme Antelo

No estaba previsto que un microscópico virus, el COVID 19, en menos de cinco meses hubiese infectado a la velocidad de un rayo, por vía respiratoria, a más dos millones doscientas mil personas en toda la geografía conocida (salvo la Antártida), sin discernir ideología ni color. Y que haya matado más de 153 mil habitantes del mundo, hasta hoy, 17 de abril, a las 22:00 pm.

Tampoco estaba previsto que la economía global se parara en seco y pusiera a Wall Street y a todas las bolsas del mundo de cabeza. No lo previó el omnipresente Mercado ni su mano invisible. Y que, como siempre en estos casos, los más golpeados fueran los golpeados de siempre: los pobres, que son muchos.



El del COVID19 encontró a todo el mundo en pañales, hasta los países más desarrollados y, a algunos del llamado Tercer Mundo, obscenamente desnudos en cobertura de salud pública. También la privada. Las alertas sonaban ya mucho antes, porque muchos países redujeron los recursos destinados al sector, otros optaron por las privatizaciones, o no le dieron importancia, y hasta ignoraron los peores escenarios, como el colapso de los sistemas sanitarios, falta de terapias intensivas, respiradores, personal especializado, protectores e indumentaria adecuada. O la casi inexistencia de infraestructura como es el caso de Bolivia

El ‘ex’, hoy huido y refugiado cocalero Evo Morales, quien montó un fraude descomunal en octubre de 2019 porque quería quedarse en el poder “toda la vida”, negó siempre otorgar al sector salud el 10 % del Presupuesto General, como exigía no solo el Padre Mateo, sino toda la sociedad. En cambio, destinó fortunas a la propaganda política, al culto a su personalidad, a ‘elefantes blancos’ sin rentabilidad, y a centros deportivos, en sus casi 14 años de ejercicio de poder autoritario y más que rudo. Solo en canchas, gastó cuatro veces más que en obras para salud pública y saneamiento, siempre de la mano de un vicioso modelo de gestión pública y corrupción. Así, dejó desvalido y en miserables condiciones al sector de la sanidad pública, tanto que después de Haití, Bolivia tiene el segundo peor sistema de salud en América Latina.

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Sin embargo, aquí estamos, con la presidente Jeanine Añez Chávez conteniendo al virus para salvar vidas y evitando que la buena política pague platos rotos de la pandemia. Por eso no ha descuidado la política pública frente al COVID 19, donde concentra sus esfuerzos y no se enzarza en pugnas partidarias. No obstante, su gobierno, Bolivia toda y la democracia están tensionados por los intentos desestabilizadores de las bases cocaleras de Morales en Chapare, su Santuario. Se oponen a la presencia policial y militar en la zona para vigilar el cumplimiento de la cuarentena. El Trópico de Cochabamba está sometido a una férrea dictadura sindical que se juega por la materia prima de la cocaína, la hoja de coca, y desprecia la vida, hoy cercada por el COVID 19, y siempre por el crimen organizado del narcotráfico. La bancada del MAS con sus 2/3 en el Congreso, intenta otros asaltos a la democracia, que habrá que contener con decisión democrática.

La presidenta, su gabinete y equipo de colaboradores, tomaron oportuna y eficazmente las medidas de contención en fronteras, lavado de manos, distanciamiento personal, uso de barbijos y un “quédate en casa”, sin evasivas, para impedir la propagación del COVID 19. Se está dotando de todo lo que faltaba, poco a poco, al sacrificado personal médico y sanitario, que carecía de lo necesario para cuidar su salud y la de los enfermos. Se espera que estas medidas, como aconsejan los expertos, conduzcan a una fase de evolución lineal del contagio, sin picos, como se observa en otros países.

Merced a una acertada política pública en gestión de la salud, se van llenando los huecos y los baches dejados por la administración del cocalero, y también parchando la economía, que arrastra un déficit acumulado de $us 3000 millones, según declaraciones del ministro de economía José Luis Parada.

Pero ‘el otro enfermo’ es la economía, al que tampoco ha descuidado el gobierno de la presidenta Añez, ya que afecta a las grandes, medianas y micro empresas, de suyo al empleado/a, y también al llamado trabajador/trabajadora informal, que son ca. de 75 % de la población económicamente activa del país.

La palabra austeridad, tan amiga del FMI, no cabe en este imprevisto panorama de crisis, que se debe combatir con ambiciosos programas de estímulos fiscales para proteger a los trabajadores y empresas, aun a costa de contraer deuda. El ministro Parada, informó que el Fondo ha otorgado una asistencia financiera por $us 320 MM y la CAF otro, por $us 50 MM. Los recursos del FMI se destinarán para apoyo presupuestario y para enfrentar la pandemia del coronavirus.

La presidente ha creado diversas ayudas como el Bono Familia de Bs. 500 ca. de $us 70 ampliado a todo el ciclo educativo desde preescolar hasta el bachillerato incluido, y el Bono Universal, de la misma cantidad, a toda persona que carezca de jubilación, trabajo y otros bonos. Los montos son equivalentes a lo que está pagando Brasil, cuya economía es seis veces más grande que la de Bolivia. También ha creado el Plan de Apoyo al Pago del Salario, con préstamos fáciles a las empresas para cubrir el sueldo de sus trabajadores por dos meses, y el Plan de Empleo que consiste en préstamos a cinco años plazo para las micro y pequeñas empresas, entre otras medidas para encarar esta etapa. Para la post cuarentena, se piensa en un Plan de Reconstrucción Económica, con instrumentos más amplios que los planteados para la emergencia.

Las postergadas elecciones, siguen, desde luego, postergadas, pero hay asuntos políticos que debieran ser encarados por la oposición política, con más prisa que calma, pero sin perder el horizonte de la lucha contra el Corona Virus. Se debe hablar de la democracia real, no burlada, que haga hincapié en la distribución de las circunscripciones electorales para diputados uninominales. En 2010, esas diputaciones fueron ‘arregladas’ a gusto del ‘ex’ y su partido, en abierta violación a la premisa democrática de la igualdad: cada ciudadano/ciudadana equivale a un voto, independiente de que viva en zona rural o urbana. Tema pendiente para el próximo, artículo.