MI ENCUENTRO CON EL DIABLO…
Hoy me levanté pensando que nos falta cebollas, papas y tomate.
Complicado.
Entiendan, vivo en La Guardia y estamos «encapsulados».
No sé ustedes, pero a la palabra «encapsulado» la asocio mentalmente con recibir un supositorio y no me gusta nada la idea.
Abrí la reja, miré a todos lados y empecé a moverme con la espalda apegada a la pared, me sentía Chuck Norris buscando narcos.
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En la esquina vi a un vehículo de control de la alcaldía que venía, pero me escondí tras un arbolito frondoso.
No me vieron.
Estaba escondido cuando vi que había otro tipo en el mismo arbolito…
– Buen día -le dije susurrando.
– ¿Qué tiene de bueno? -me respondió.
Molesto por su actitud, lo miré hecho el opa. Tenía una cara de apopau y aburrido nivel Chichino Morales, pero sin bigote.
– ¿Vive por aquí? -le dije intrigado.
– Ni idea, soy El Diablo. -me respondió.
Me aguanté la risa, pero le seguí la charla.
– Bueno don Sata, ¿y qué lo trae por nuestro santificado municipio? -le contesté, pensando en inocentes políticos que bajan cajas de un camión y los suben a sus vehículos.
No dijo nada.
– ¿Ya sabe que la Presi convocó a una jornada de oración? -le dije por decir algo.
– «En lugar de eso, debería chicotear a su hija por usar aviones del estado con motivos confusos» -me dijo quien decía ser El Diablo.
– «Además, este país es laico» -complementó.
Lo miré bien y me pareció ver un destello rojo en su ojo derecho.
– Este…¿Y qué le parece el pedido de elecciones que hacen los masistas? -le pregunté pa salir del paso.
– Amo a esos tipos, ellos le entienden al propósito eterno del mal.
Ver a un masista con el brazo en alto, me recuerda a un nazi alemán pero en feo. Los métodos son los mismos. -dijo sonriendo malignamente.
Ya me estaba asustando el tipo que decía ser El Diablo; justo en eso volvía la camioneta del municipio que no me vio antes, así que abandoné el arbolito por instinto.
Me vieron y frenaron.
Previa puteada, me subieron detenido. Cuando la camioneta arrancó miré al arbolito buscando al loco que decía ser el Diablo, pero no había nadie.
Ahí me dio miedito.
-¿No respetas la cuarentena?, ¡te vamos a encapsular en una celda! -me dijo con fiero acento un policía.
Eso ya me asustó del todo. Ya les dije, mi mente asocia encapsulamiento con supositorios…
EL ESCRIBIDOR.
Fuente: El Escribidor