David Foronda H.
El pueblo boliviano permanentemente a lo largo de la historia del país viene soportando una serie de situaciones que generalmente no le han sido favorables del todo. Repasar las páginas de los libros que reflejan los hechos acaecidos en esta parte del corazón de América nos dará una pauta de todo aquello que es vox populi. Nunca estará demás el interiorizarnos de esas realidades mediante la lectura, puesto que solo de tal manera se podrá conocer qué viene sucediendo en esta parte del continente desde esas épocas de nuestra emancipación del poder español. Seguramente el azoro ganará las mentes de quienes lo hagan, dado que llegando sobre todo al tiempo de la república, o sea a partir de entonces, podrán advertir con mayor nitidez esos sucesos que no dejan de ser contrarios al conjunto de la nacionalidad.
Hace muchas décadas alguien sentenció “en las espaldas del pueblo boliviano pueden sembrarse hasta nabos”, aludiendo así a la ingenuidad, inocencia, o si se quiere su supuesta “ignorancia”. Cierto que esa aseveración ha trascendido el tiempo, y al calor de todo lo que observa el ciudadano de a pie en el campo político hasta nuestros días, digamos que permanece hasta hoy. Ahí están por ejemplo aquellas aseveraciones de mandatarios de casi todos los gobiernos, por cierto disparatadas, pero que buscaban hacerlas “tragar” a la población, tan solo con repetirlas machaconamente en cualquier discurso oficial y mediante los anuncios (propaganda) en los medios de comunicación, con una insistencia y ferocidad que llegaba a colmar la paciencia, tales como que: “ya estábamos al nivel de un país europeo; ya somos una potencia; se tiene un concejo de sabios amautas; la coca tiene que estar en el desayuno escolar, no hay mejor alimento; el contrato social para 500 mil empleos; ya tenemos el mar; se gobernará escuchando y obedeciendo al pueblo; se tiene un gran equipo científico; todas las decisiones serán científicas; se respetará la CPE; se hará lo que el pueblo diga; etc., etc.
En los hechos, se puede decir que ninguno, sobre todo de las décadas últimas, cumplió con todas sus “ofertas” (“programa de gobierno”), quedando nada más en enunciados. Por ejemplo, quienes ofrecieron y concretaron la Defensoría del Pueblo a fin de que los ciudadanos puedan llegar a ser escuchados y hallen justicia, tan luego olvidaron el velar porque el ente cumpla con todas sus deberes y obligaciones, y es así que de una u otra manera la misma pasó a ser una especie de simple “instrumento político”. Entonces el noble pueblo que ya casi pierde la fe, y no comulga con “izquierdas” y “derechas” que siempre “sembraron nabos en sus espaldas”, hoy permanece expectante, oteando el porvenir inmediato, tratando de avizorar quién o quiénes sabrán de verdad escucharlo para de veras emprender la gran cruzada de la real transformación del país, buscando que se imponga la equidad, justicia social, solidaridad, y vaya en beneficio de todos los bolivianos y la Madre Patria. Mientras ello no ocurra, quizá seguirán nomás “sembrando en sus espaldas, ya no solo nabos, sino hasta calabazas”.
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