El vicepresidente había guardado un cuidadoso silencio en los últimos días, quizás buscando protegerse del intenso desgaste de imagen sufrido por el gobierno tras la represión a los indígenas.
Algo que sin duda habrá generado fricciones internas, sobre todo cuando el presidente Morales se ha visto forzado a dar la cara más de una vez desde el comienzo de esta crisis, terminando de minar su credibilidad personal.
Así que hoy, finalmente, García Linera tuvo que saltar a la palestra para despejar cualquier duda de una apuesta sucesoria a lo Carlos Mesa.
La conferencia de prensa vicepresidencial fue, como nunca, un esfuerzo de distorsión maquiavélica de la realidad, con tres ejes centrales:
1) Victimizar al victimario, convirtiendo al régimen en el blanco de un “complot mediático”, una “conjura maliciosa” que busca “tumbar al gobierno”.
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2) Culpabilizar a los mensajeros que han mostrado al país la verdad de la represión, estigmatizando a los medios de comunicación como constructores de “la gran mentira”.
3) Tratar de cerrar el debate sobre la carretera, dando el tema por superado porque, según dijo, “el gobierno ya dio una respuesta satisfactoria” con la “suspensión” anunciada.
Maquiavelo ha vuelto, aunque obligado…