Carlos Cordero Carrafa
El 12 de octubre de 1492, en la isla Guanahaní (Bahamas), desembarcaron los tres navíos españoles comandados por Cristóbal Colón. El 12 de octubre de 2011 —según anuncios oficiales— llegarán a La Paz 200.000 “interculturales” para realizar un “cierre de campaña” espectacular, a propósito de las elecciones judiciales. Por los mismos días se espera el arribo de los defensores del TIPNIS. De este modo se anuncian los Idus de octubre.
En el calendario romano, los Idus eran días de buenos augurios que caían en el 15 de los meses de marzo, mayo, julio y octubre. Los Idus de marzo cambiaron su buena fama cuando se cumplieron los vaticinios sobre la muerte del emperador Julio César, quien fue asesinado el 15 de marzo del año 44 antes de Cristo. Según el historiador griego Plutarco (Vidas paralelas, tomo IV), Julio César habría sido advertido por un vidente sobre el peligro de muerte que se cernía sobre el César y que éste desoyó con arrogancia. Cuando el Emperador iba al Senado, llamó al vidente y riendo le habría dicho: “Los idus de marzo ya han llegado”, a lo que el augur contestó: “Sí, han llegado, pero aún no han concluido”.
Filósofos y dramaturgos como Voltaire o Shakespeare recogieron la anécdota para convertirla en representación teatral y agudas reflexiones sobre el poder y la caída. Shakespeare inmortalizó la advertencia en la escena segunda del drama Julio César. François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, escribió una tragedia en 1735, titulada La muerte de César. Esta pieza, escrita cuando Voltaire tenía 41 años, se representó en 1826, en Sucre, y contó con la asistencia del Gran Mariscal. Los datos de la representación de La muerte de César están consignados en el periódico El Cóndor de Bolivia y en un trabajo propio, todavía no publicado, sobre el teatro en los primeros años de la República.
Entre octubre de 2003 y octubre de 2011, existen curiosas similitudes. Hay una disputa social por los recursos naturales y un enfrentamiento entre la visión gubernamental y la ciudadanía. En octubre de 2003, la ciudad de La Paz se convirtió en el campo de batalla del empecinamiento gubernamental que concluyó con la sucesión constitucional. Ni revuelta popular ni golpe militar. En octubre de 2011, la espiral de conflictos, la marcha a favor del TIPNIS, la contramarcha anunciada, el malestar ciudadano, las veladas advertencias de policías y militares, el empecinamiento por realizar una deslegitimada elección de magistrados están a punto de convertir a La Paz —una vez más— en la madre de todas las batallas. En la arriesgada y definitiva apuesta de un Gobierno que se ve abandonado por el fervor popular.
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Los Idus de octubre han llegado. El Gobierno proclama: “Han llegado y no ha pasado nada”. Habría que decir, como el profeta de la leyenda romana: “Sí, han llegado, pero aún no han concluido”.
La Prensa – La Paz