Pacientes de Covid-19 fallecidos en plena calle, transmisión en vivo por televisión de la muerte de un enfermo… En Bolivia, la gestión de la crisis se mezcla con la especial situación política que atraviesa el país.
Una mujer dona plasma con anticuerpos contra el nuevo coronavirus el pasado 12 de junio en La Paz.
Una sala pequeña, un tubo de oxígeno, personal sanitario ataviado solo con barbijo y ropa de calle, familiares ayudando y un enfermo tumbado al que se practica reanimación cardiopulmonar hasta que fallece. La escena es transmitida en directo durante media hora por el programa televisivo «No mentirás». Cuando el paciente muere, los familiares estallan en llanto y una médico, también entre lágrimas, dice a la periodista: «Falleció, falleció». La transmisión colma el vaso de la indignación desatada en las redes sociales, luego de que, en los últimos días, se difundieran videos y fotografías de cuerpos de personas fallecidas en la vía pública o en las puertas de los hospitales.
Para Iván Arias, ministro de Obras Públicas, esas imágenes dramáticas se deben a que la gente espera «hasta el último momento» para acudir al centro de salud. «Lo aconsejable es que, cuando ya tengan un pequeño síntoma, por favor recurra y vaya al médico», dijo Arias en conferencia de prensa en La Paz. «¿A qué hospitales se refiere?», inquiere a DW Jorge Rojas, investigador de la Universidad Mayor San Simón, de La Paz. «¿Adónde va esa gente? Si no hay plazas… Los hospitales están cerrados, ya no tienen más lugar donde atender.», asegura el investigador, y agrega que parte del personal sanitario renunció a su trabajo para no poner en riesgo su propia salud y la de sus familias.
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Coronavirus y poder
Según la Universidad Johns Hopkins, el 18 de junio de 2020 hay más de 20.000 casos confirmados de Covid-19 en Bolivia y 679 muertos. Georg Dufner, representante de la Fundación Konrad Adenauer en Bolivia, cree que la pandemia ha golpeado a Bolivia, aunque también a otros países de Latinoamérica, que no se han destacado por invertir en salud. «Durante el tiempo que hubo riqueza y fondos, no se mejoró de forma profunda y sustancial el sistema en Bolivia, que es muy débil», dice Dufner a Deutsche Welle. En un contexto de interinidad en el poder tras la salida de Evo Morales y con unas próximas elecciones que posiblemente se celebren el próximo 6 de septiembre, el Gobierno de Bolivia «hace lo que puede». «Se nota que es un Gobierno que lleva poco tiempo, conformado por diferentes grupos, la coordinación podría a veces ser mejor. Lamentablemente, también vemos maniobras en el Congreso, dominado por el partido de Evo Morales, que no libera ciertos fondos de ayuda internacional. Están bloqueadas grandes sumas de dinero que podrían dedicarse a la lucha contra la pandemia».
El investigador Jorge Rojas, por su parte, considera la gestión de la crisis por parte del Gobierno ha sido «caótica». «Se ha hecho al tanteo, sin tener en cuenta datos epidemiológicos y científicos». Según él, hay distintos comités científicos, pero cada uno actúa por su lado, y se contradicen unos a otros, por lo que no hay una línea clara y definida de actuación. En ese sentido, la transmisión en vivo por televisión de los intentos de reanimación y posterior muerte de un paciente de Covid-19 es «algo lamentable y parte del caos. Cuando no hay reglas claras, todo el mundo hace lo que le parece».
Sumado a todo ello, están los sucesivos cambios al frente del ministerio de Sanidad y el flagrante caso de corrupción conocido como caso «respiradores», con el exministro de Salud Marcelo Navajas encarcelado por pagar sobreprecios de este vital material en la pandemia de coronavirus. Georg Dufner, de la KAS, admite que la corrupción es un fenómeno de muchas décadas en la política, en la economía y en todos los sectores de Bolivia, pero el de la salud en un sector especialmente sensible en plena pandemia y eso causó descontento entre la gente.
Fuente: DW