Pocas horas después de obtener la reelección, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, redobló esta semana los controles sobre el mercado de cambios para frenar la demanda de dólares y la salida de capitales, aunque para los economistas las medidas podrían ser insuficientes.
Primero aplicó controles en las casas de cambio a los compradores minoristas, luego obligó a petroleras y mineras a liquidar en el país las divisas provenientes de sus exportaciones, y a las aseguradoras a repatriar sus activos en el exterior, y finalmente el viernes a última hora el gobierno dispuso que las autoridades fiscales deberán aprobar cada operación de adquisición de moneda extranjera.
En un principio se pensó que la fuerte presión sobre el dólar, que forzaría una devaluación del peso, era producto de la incertidumbre preelectoral. Pero la demanda de la divisa norteamericana continuó tras los comicios y en esta última semana el Banco Central debió colocar cerca de 800 millones de dólares de sus reservas monetarias para calmar la demanda.
Las reservas del Banco Central pasaron de unos US$53.000 millones en enero a US$47.582 millones el viernes, pese a haber recibido en los últimos meses en préstamo otros US$4.500 millones de parte de bancos centrales europeos.
El ministro de Economía y vicepresidente electo, Amado Boudou, aseguró que con los nuevos controles cambiarios "no se modifican los límites de compras vigentes de dólares". "No tiene nada que ver con un control o restricciones, sólo con medidas vinculadas a favorecer la transparencia contra el lavado de dinero", aseguró.
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El vicepresidente del Banco Central, Miguel Pesce, afirmó en tanto que comprar dólares "es un mal negocio". Aseguró además que el gobierno hará "todo lo posible para que no haya sorpresas ni grandes cambios" en la cotización del dólar.
El dólar subió en lo que va del año casi un 7 por ciento, muy por debajo del rendimiento de la colocación de dinero en depósitos bancarios a plazo fijo. De todas formas, ahorristas y empresarios siguen volcándose a favor de la moneda estadounidense en Argentina.
Con una inflación anual estimada por los organismos provinciales en entre un 22 y un 25 por ciento, lejos del 10 por ciento oficial, el reclamo de empresarios de una mayor competitividad del peso argentino y un "dólar barato", como sostiene el economista Juan Carlos de Pablo, la demanda de divisas no cesa.
El ex presidente del Banco Central Aldo Pignanelli señaló que "Argentina tiene una historia recurrente, cada tanto tenemos fuertes fugas de capitales". "En los últimos años la expansión de la base monetaria fue muy grande, lo mismo pasa con el gasto público. La gente está demandando dólares en lugar de pesos, cambió la tendencia porque ve el dólar barato y el que puede, lo compra", señaló al diario "La Nación".
"Esto de exigir controles y liquidar divisas" es como un "manotazo de ahogado" del gobierno nacional, según calificó.
Se estima que en los primeros diez meses del año se habrían fugado capitales por cerca de 22.000 millones de dólares, más que en 2009, casi el doble que en 2010 y cerca de la marca de 2008, cuando el gobierno atravesó la crisis con el sector del campo.
Las restricciones a las compras de divisas atizó la actividad del mercado paralelo. La cotización oficial del dólar se mantuvo estable esta semana en 4,26 pesos, mientras que el precio "blue" en el sector informal se ubicó en al menos 4,50 pesos, con demanda incluso de hasta 4,88 pesos por cada unidad.
El también ex presidente del Banco Central Alfonso Prat Gay remarcó hoy que "el problema de fondo se manifiesta en el mercado de cambio, pero en realidad es la inflación". "La gente ve que todo sube menos el dólar. No hay ningún país en el mundo donde muchas cosas suban 25 por ciento y otras no, y en algún momento se tendrán que corregir", señaló.
Prat Gay consideró que "la única opción que tiene el gobierno es vender reservas o dejar que el dólar suba, devaluar".
El presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo Gabbi, estimó que "es probable que estas medidas sean por muy poco tiempo porque de mantenerse por mucho tiempo serían muy perniciosas".
"En definitiva, todo lo que sea coartar las libertades no es bueno, lleva muchas veces a hacer lo que uno no quiere hacer, precisamente en contra de las medidas que se toman", alertó.
La Tercera – Santiago de Chile