Azúcar, cemento, leche, papel y cartón… Tales algunos de los elementos que el Estado Evista se propuso -y no pudo- producir.
La historia de las catorce empresas estatales fundadas -y fundidas- por el gobierno de Evo Morales es la crónica de un fracaso anunciado, que demuestra una vez más que el Estado no está para producir esto y aquello, sino para garantizar reglas de juego claras y equitativas para todos los actores de la economía.
La nómina de empresas fallidas incluye a Papelbol, Cartonbol, Azucarbol y Lacteosbol, entre muchas otras, mientras que la excepción que confirma la regla sería la Empresa Boliviana de Almendras (EBA), única rentable debido a que contaba con un mercado seguro previo a su creación.
De acuerdo con un informe reciente de la Fundación Milenio, realizado por el investigador Iván Arias Durán y titulado “El Estado de las empresas del Estado”, la creación de estas entidades públicas “obedeció más a caprichos”.
“Otras no pasaron de la intención, como es el caso de la instalación de panales de abeja para producir miel”, agrega el documento.
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El informe también devela que las empresas estatales ni siquiera han sido capaces de presentar sus estados financieros.
Incluso un viejo partidario del capitalismo de Estado como Andrés Soliz Rada ha criticado la proliferación de empresas públicas en diversos sectores, señalando que habría sido preferible impulsar un par de grandes empresas estratégicas que sí funcionasen.
Como bien dice Arias Durán en el citado estudio, las empresas estatales creadas por Evo “van a terminar siendo simplemente un emporio para enriquecimiento de nuevas fortunas y de nuevos ricos”…