Esteban Farfán Romero
Los resultados oficiales globales del TSE dicen que el voto válido llegó al 41,08% y el nulo, al 41,59%. Los votos blancos obtuvieron el 17,32%. Los blanco y nulos llegaron al 60%. Hubo 20,3% de abstención. Este jueves 17 de noviembre se entregarán las credenciales a los 56 postulantes ganadores. ¿Hay un mensaje en el voto nulo y blanco? ¿Se debería valorar/evaluar/leer este resultado?
El TSE ha reconocido algunos errores en la lectura de las actas. La oposición ha enfatizado en los porcentajes de los votos blancos y nulos. Pidieron la anulación de las elecciones y la renuncia de los miembros del tribunal electoral. El Gobierno ha intentado sin éxito amortiguar el golpe político.
Está claro que los postulantes no fueron los mejores, salvando alguna excepción. En el caso de Tarija, hubo muchos ilustres desconocidos en el gremio. Ninguno, o casi ninguno de ellos, tiene un reconocido recorrido profesional. ¿Son idóneos? La responsabilidad/expectativa que cargan sobre sus espaldas es enorme. ¿Podrán cambiar la justicia como el MAS predicó/advirtió?
Con estos resultados, sin duda que los votados no son legítimos, entendiendo este adjetivo como leal y adecuado, justo, apropiado, razonable y respaldado. ¿Son los mejores, los más aptos?
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Lo valioso de esto es que, contra algunas predicciones, la ciudadanía fue a votar a pesar de la complejidad, lo que indica que hubo una intención de dejar un mensaje. El pico más alto de ausentismo histórico fue de 16% (en 2005 y 2008). Ahora, 20,3%. Lo que significa que la población sí rechazó la elección por la cantidad de votos nulos. El Gobierno hizo todos los esfuerzos por minimizar el resultado. Curiosamente, en 2008, año de los referendos autonómicos de los estatutos de la “media luna”, el Gobierno utilizó el porcentaje de los votos nulos y blancos para deslegitimar el acto eleccionario. Ahora cambió de bando contradiciéndose. El Gobierno intentó ahogar las críticas manifestando que en el pasado se elegían presidentes con menos del 20% de votación. Ahora se eligieron magistrados con el 2,32% de los votos válidos, de 41,08%.
Los postulantes fueron preseleccionados por congresistas del oficialismo de acuerdo con criterios partidarios, más allá de los términos legales. No hicieron el odioso cuoteo (no hubo necesidad) del pasado, pero hubo monopolio en las definiciones de las listas. El proceso de selección estuvo plagado de irregularidades y caprichos. Si antes hubo el vilipendiado cuoteo, lo hicieron cumpliendo los procedimientos legales, aunque mañosamente. Incluso, el MAS participó en la repartija antes.
El pueblo no fue a elegir sino a votar a los postulantes que el Gobierno eligió. También es cierto que, en las elecciones a los demás cargos públicos, igualmente el pueblo se limita sólo a votar y no a elegir. Los partidos, a través de reducidas élites políticas, definen las listas, pero las opciones -en este caso- son más amplias.
Si el Gobierno es coherente, ¿deberían ser posesionados los 56 magistrados?
La Prensa – La Paz