2011: El “annus horribilis” de Evo Morales


Desde el «gasolinazo» hasta la marcha de los indígenas del TIPNIS, pasando por las elecciones judiciales, Evo Morales vio caer con cada hoja del calendario una cuota importante de su popularidad, en un año plagado de infortunios políticos.

image Evo Morales. Foto ilustrativa de internet

ANUARIO 2011: El “annus horribilis” de Evo Morales

    LA PAZ, 17 Dic. (ANF).- Desde el «gasolinazo» hasta la marcha de los indígenas del TIPNIS, pasando por las elecciones judiciales, Evo Morales vio caer con cada hoja del calendario una cuota importante de su popularidad, en un año plagado de infortunios políticos que no invitan a mirar para atrás, a pesar de las buenas noticias que brindó la macroeconomía. El mandatario boliviano bien podría decir a fin de año que vivió el «annus horribiles» de su gestión presidencial.



    Lo que mal empieza, según el refranero popular, mal acaba, y muy mal empezó el 2011 para el gobierno tras las protestas populares desatadas por el “gasolinazo” a fines de diciembre de 2010. El alza de los precios de los carburantes no sólo provocó su divorcio con importantes sectores de su base social, otrora aliados incondicionales, sino que resquebrajó la autoridad de Evo Morales y mostró que el régimen no es “invencible” ni “dueño” de los movimientos sociales y que, por lo tanto, se le puede doblar el brazo, como ocurrió a partir de entonces en varias ocasiones.

    Pero fue la marcha de los indígenas defensores del TIPNIS el hecho que parece haber marcado un antes y un después en el «proceso de cambio», al poner en evidencia los intereses contradictorios que acoge el paraguas masista. La causa indígena y la defensa de la Madre Tierra encontró a Evo Morales en la orilla opuesta, junto a los cocaleros y colonizadores, con grave detrimento para su imagen de «presidente indígena» y adalid del medio ambiente.

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    Las elecciones judiciales del 16 de octubre, blanco de duras críticas tanto por su organización como por la selección de los candidatos a cargo de la mayoría masista en el Congreso, dieron oportunidad a la oposición parlamentaria de ganar espacios políticos. Juan del Granado, líder del Movimiento Sin Miedo (MSM), y Samuel Doria Medida, jefe de Unidad Nacional (UN), aparecieron como abanderados del voto nulo frente al voto válido, la opción perdedora que había sido asumida por el presidente Morales como un reto personal.

    Seguro de su amplia base electoral, sustentada en la adhesión incondicional de la población rural y los movimientos sociales, a Evo Morales nunca le preocupó la oposición de los partidos «neoliberales» tradicionales.

    Con sus líderes arrinconados por la acción judicial, sin proyectos alternativos y divididos en la labor legislativa, la oposición parlamentaria no pasó en los últimos años de una gestión testimonial de nula trascendencia política. «Mi única oposición es la prensa», llegó a decir el mandatario en varios ámbitos y diversas ocasiones.

    Sin embargo, al calor de las protestas sociales, surgieron liderazgos de nuevo cuño, a los que el poder ve con creciente preocupación debido a que su influencia ha comenzado a sobrepasar los ámbitos sectoriales, al levantar banderas y consignas que concitan la adhesión nacional, como la defensa del TIPNIS.

    La apoteósica recepción que brindó el pueblo de La Paz a los indígenas mostró que el conflicto del TIPNIS tuvo ganadores y perdedores. «La gran victoria política de los indígenas de las Tierras Bajas es haber logrado unir al pueblo boliviano en torno a la causa del medio ambiente», declaró Fernando Vargas a la Agencia Fides (ANF) pocos días antes de su ingreso a La Paz, consciente del carácter nacional que había adquirido su lucha.

    Líder visible de los marchistas y blanco de los duros ataques del gobierno, el presidente de la Subcentral del TIPNIS fue uno de los personajes del año al haber logrado conducir a los indígenas hasta su destino final, La Paz, tras desbaratar las zancadillas y celadas que les tendió el gobierno no sólo para desacreditar su causa, sino para desmovilizarlos mediante la represión policial. Otros líderes que pusieron rostro a la marcha fueron Adolfo Chávez, presidente de la CIDOB, Rafael Quispe, dirigente de la CONAMAQ, y el diputado masista Pedro Nuni.

    La preocupación del presidente Evo Morales por la acción «opositora» de los líderes indígenas es tan evidente que en varias ocasiones afirmó que el verdadero propósito de la marcha no era la defensa del TIPNIS, sino apartarlo del gobierno. De hecho, algunos dirigentes han anticipado su intención de promover un referéndum revocatorio si el gobierno insiste en su propósito de impulsar la construcción de la carretera a través del TIPNIS.

    Pero no fueron estos los únicos contratiempos que le tocó enfrentar al gobierno, cuya autoridad se vio confrontada a lo largo de todo el año por una ola de criminalidad sin precedentes, atribuida principalmente al narcotráfico, y una escalada de paros y bloqueos por motivos de todo tipo, que mostraron una administración paralizada. 

    El caso del general René Sanabria, detenido por la DEA en Panamá y sentenciado a 14 años de prisión en Miami, puso al descubierto la penetración del narcotráfico en las estructuras del Estado, mientras que la legalización de los “chutos” exhibió a Bolivia ante sus vecinos como un país que fomenta el robo y el contrabando de vehículos.

    En este marco y con el aparente propósito de recuperar la iniciativa y tomar impulso, el gobierno convocó a un “Encuentro Plurinacional” -cuya primera fase se realizó en la segunda semana de diciembre en Cochabamba- para elaborar una nueva agenda nacional. El presidente Morales anunció en la ocasión que convocará a los partidos de la oposición parlamentaria para consultar su opinión, en una decisión que ha despertado  expectativas sobre la necesaria búsqueda de consensos en torno a los grandes problemas nacionales. 

    Por Juan Carlos Salazar


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