La nacionalización traicionada

Daniel A. Pasquier Rivero *

clip_image002 ** La capitalización consiguió revertir la mala imagen, la ineficiencia técnica y administrativa y la caída del valor patrimonial de las principales empresas del Estado, con algunos resultados casi espectaculares, como fue en el sector hidrocarburos; Bolivia se convirtió en la niña bonita de las multinacionales y de los países vecinos, ávidos de los recursos energéticos bolivianos. El caso del LAB no desmerece esos resultados, pues la empresa bandera era y sigue siendo un caso sin solución, ni con plata ajena. Se acabaron la escasez, las colas, las reventas, los cortes, los atrasos, en definitiva, se limitó la corrupción, se garantizaron servicios y se generó confianza en inversores nacionales y extranjeros.



En mayo del 2006 se empezó a revertir la capitalización, para volver otra vez a lo de antes, con resultados elocuentes: YPFB ahogada en un mar de corrupción, los servicios de nuevo inseguros, se abren competencias desleales con creación de empresas estatales allí donde no hace falta pues hay servicios bien atendidos por emprendimientos privados, fluye a la luz del día el contrabando protegido por autoridades llamadas por ley y por moral a garantizar el comercio legal, se avasallan propiedades de facto pues la decisión está tomada antes de cualquier investigación legal y mediante procedimientos legales, y se corre cualquier iniciativa frente a la inseguridad de cuál vara se utilizará para medir el desempeño.

La justicia, como el gas, también ha desaparecido. Se contempla, con asombro y espanto, a presos sin acusación formal después de meses, pero ya condenados por la turbamulta a cadena perpetua, lo menos, gracias a que no están en la provincia Omasuyos, pues allí, los ponchos rojos los condenarían a la pena capital, es posible que después de espantosa y pública tortura ejercida por avanzados escuadrones de la muerte, en lo que se han convertido los tribunales de justicia comunitaria, ejecutores bárbaros de dichas prácticas ancestrales.

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Se nacionalizaron los recursos naturales, especialmente los hidrocarburos, y aumentaron los ingresos, en parte por los precios extraordinarios a nivel internacional, que ha permitido sostener el optimismo del discurso oficial, a pesar de todas las falencias mostradas en la administración del Estado. Opositores y hasta correligionarios han reclamado al gobierno por la falta de gestión. Pero, a pesar de todas las bondades anotadas, la pobreza siguió igual, no disminuyó y muy por el contrario ahora amenaza con empeorar, debido a la recesión mundial. ¿Justifican los bonos Dignidad (el ya establecido Bonosol del MNR) y el Juancito Pinto, las medidas nacionalizadoras? Dicho de otra manera, ¿con la nacionalización y estatización del MAS siente el pobre menos pobreza en el estómago, en su familia, mejoraron sus ingresos y sus esperanzas? No. ¿Entonces, dónde fueron los 141 millones de dólares (MD) que el gobierno reconoce haber desembolsado para la construcción de viviendas, cuando sólo hay escándalos por el fraude a la esperanza de miles sin techo? ¿Cuántos MD de la ayuda, cooperación o préstamo venezolano, se han repartido sin control ni fiscalización a autoridades cuyo único mérito era ser partidarios del oficialismo, y dónde están las obras? Los pueblos denuncian que están peor que antes, pues en muchos casos se iniciaron obras sólo para justificar los desembolsos y ahora, inconclusas, dejan pueblos patas arriba y sin responsables. Hubo dinero, sí, pero se fue a contratos con empresas fantasmas, como la sociedad de YPFB por 86 MD sólo para una planta separadora de líquidos en río Grande y hoy no existe ni la piedra inaugural; y se calcula además que hay un sobreprecio de 50 MD. Para complicar más la ya compleja situación, hay más de 15 proyectos similares donde todavía no ha llegado ninguna labor escudriñadora patriótica que informe lo que está pasando. Como parece reflejar la relativa urgencia en sacar del cargo a la presidenta de caminos (ABC) hacia aguas más tranquilas, apuntando aparentemente a evitar o retrasar otro escándalo con cifras aún mayores al de la empresa nacional petrolera.

Hay más ingresos por la nacionalización, de echo se autorizaron 58 MD para comprar aviones para la FAB, según unos para entrenamiento y, para otros, destinados a la lucha contra el narcotráfico. O es que, ¿están preparándose para alguna contienda en agenda de la reciente fundada Junta de Seguridad Latinoamericana? Pero para combatir a un mosquito vector del dengue, que afectó a más de 40.000 ciudadanos, llevando a la tumba a veintitantos, sólo se aprobaron 4 M de bolivianos, mal distribuidos y tardíamente desembolsados. Eso es dar 101.5 veces más recursos a lo menos importante. Como en el caso del Proyecto de Viviendas Sociales, con el monto desembolsado se podían haber dado 5.000 dólares a 197.400 adjudicatarios, y que cada quien haga su vivienda propia. Se podría seguir haciendo cálculos y sugerencias para el uso de los recursos ingresados, para que no sean dilapidados, cuando no, malversados, satisfaciendo necesidades de los pueblos pobres de Bolivia, faltos de luz, agua, pavimento, alcantarillado, telefonía, y porqué no, de gas domiciliario. Acaso no es una paradoja que estemos asentados sobre colchones inmensos de gas y sigamos con la rutina humillante de buscar garrafas viejas y medio llenas, por, ¿incapacidad para extender de una vez la red domiciliaria? Con sólo los sobreprecios en carreteras daría para eso y mucho más.

La nacionalización ha sido traicionada, porque los recursos no han llegado a los más necesitados ni tampoco han sido invertidos en proyectos de infraestructura o emprendimientos que apalanquen el desarrollo y progreso del país. Si los recursos se hubieran concentrado en los pobres, que rayan el 40% en el país, porcentaje al que el gobierno declara con insistencia que dedica sus desvelos, los resultados serían necesariamente muy distintos. Lo que se ve y ha saltado a la luz pública es, por el contrario, que los recursos generados por las medidas de nacionalización no los ha beneficiado y la deuda social sigue la tendencia secular de todos los gobiernos centralistas, de derecha y de izquierda. Con claridad meridiana, la nacionalización ha favorecido a unos pocos que ya hacen ostentación de nuevos ricos, y ha mejorado a otros, que siempre saben aprovechar la campante corrupción para aumentar su ya notorio patrimonio. Que unos pocos estén entre rejas no cambia la ecuación, porque las estructuras de la corruptela no se han tocado y los atropellados cambios y enroques en los cargos del gobierno demuestran más bien intención de proteger desde arriba el statu quo. Es fácil deducir que habiendo tanto en juego, en última instancia, entre bomberos no se pisan la manguera. Hoy muchos pobres, convertidos en contrabandistas y narcotraficantes, pueden mantener todavía su apoyo al discurso indigenista centralista (que trata de ponerse capucha autonomista) del gobierno pero, la mayoría, que lucha por sustento y un futuro mejor para su familia, empieza a mandar señales de rebeldía a un gobierno que se calificó de cambio y vino a ser uno más, criollo tradicional, populista y demagogo, que ha traicionado a sus bases a favor de una ideología foránea, nada menos que el marxismo castro-chavista, al costo altísimo, para colmo, de sentar las bases para la confrontación entre bolivianos. Parece increíble, pero los errores fundacionales de 1825 se repiten desde el 2006.

*CEO del ICEES, Santa Cruz (Bolivia)

**www.periodicopukara/imágenes/fotos

Publicado en www.el-nuevodia.com/20090321