Unitel hizo un recorrido durante el fin de semana para evidenciar las decenas de denuncias sobre estos locales, que atienden hasta la madrugada
Fuente: Unitel
Son las 23:50 del domingo 29 de noviembre en Santa Cruz, en este momento la norma indica que toda actividad comercial debía estar cerrada hace 50 minutos y en otros diez no debe haber circulación vehicular. Un dron filma desde el cielo como continúa la fiesta en uno de los locales donde afuera hay un embotellamiento debido a la gran cantidad de vehículos privados y taxis.
La descripción corresponde a una de las zonas de Santa Cruz que la red Unitel recorrió entre el viernes por la noche y la madrugada del lunes para evidenciar las denuncias sobre la atención de boliches y rockolas sin respeto a los horarios de restricción, y a pesar que la norma municipal ha prohibido expresamente que actividades de este tipo no pueden funcionar.
Al pasar por estos lugares pareciera que uno mira al pasado, cuando no existía el coronavirus y el distanciamiento o el uso de barbijo no era norma. La pandemia no existe en estos boliches, en los que la aglomeración y la imprudencia son las que reinan.
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Son aproximadamente 300 los boliches que ya operan desde el centro de la ciudad hasta los lugares más alejados, casi todos sin respetar el aforo mínimo y sin respetar medidas de bioseguridad. Abren por la tarde y extienden el servicio hasta altas horas de la madrugada, cuando se acerca algún operativo cierran las puertas, pero la atención sigue adentro por varias horas más.
La Policía actúa en algunos casos, operativos intervienen los boliches y se llevan por unas horas a los infractores, en otros casos las patrullas pasan hasta dos veces por los locales y no hacen nada más que observar.
En este informe especial puede ver un reporte especial sobre este tema, que se ha convertido en un factor de riesgo del rebrote del coronavirus. Mírelo aquí: