Los cuentos del cocalero

Cinismo. El presidente que defiende la materia prima para la producción de cocaína, ponderó el «golpe» a megafábrica de droga.

imageEvo Morales visita el laboratorio de cristalización de cocaína. Detrás Quintana, su ministro favorito, filma los artefactos hallados *

El MAS quiere mostrar como un gran triunfo lo que es, en verdad, una muestra de que Bolivia se está insertando de manera orgánica en el circuito internacional del narcotráfico con los peligros que ello implica. Como ya es su costumbre cuando existe algún hecho que considera que puede instrumentalizar políticamente, Evo Morales utilizó el descubrimiento de una megafábrica de cocaína en la Chiquitania, como prueba de que puede vérselas con el narcotráfico sin apoyo de la DEA.



El mismo hecho de que haya visitado la fábrica de clorhidrato de cocaína, muestra la urgente necesidad de generar impactos políticos que lo revitalicen ante la pérdida de credibilidad de su gobierno. Con similar propósito pagaron miles de dólares a los periódicos del país por solicitadas que magnifican el operativo y muestran a Evo y Rada como héroes, cuando son los policías de la Felcn los que arriesgan el «cuero».

Otra prueba del sesgo en este asunto, es que el gobierno ha enviado un libreto a la Felcn que el coronel Nina y los otros oficiales están repitiendo, bajo pena de sufrir las represalias si no lo hacen. Han «revelado» que la coca utilizada en la mega factoría es peruana. Al parecer se intenta ocultar que toda la coca y pasta base producida en el Chapare va directamente a los laboratorios de droga del país porque hasta por la cercanía geográfica resulta más conveniente al ilícito negocio. Asimismo las autoridades de la Felcn que hasta hace pocas semanas admitían la falta de tecnología y recursos por la salida de la DEA, hoy afirman lo contrario y sus declaraciones coinciden sospechosamente con los discursos de Evo y el ministro Rada.

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El tema es que si Evo y su gente despertaran a la realidad se percatarían que el descubrimiento de este gran  laboratorio de cocaína debiera mover más a la preocupación que a la alegría.

Sucede que Bolivia está entrando por la puerta ancha al mundo de los grandes carteles del narcotráfico, de esos que asolaron a Medellín y Cali, en Colombia y que ahora ensangrentan a Sinaloa y Ciudad Juárez, en México.

Producir 100 kilogramos diarios de clorhidrato de cocaína no es poca cosa y comercializarlos tampoco. Se requiere para ello contar con una infraestructura que solo disponen los grandes empresarios del narcotráfico, los cuales, queda claro, ya están operando en el país amparados por la permisividad del gobierno.

De acuerdo a los informes policiales, la producción de cocaína estaba debidamente identificada con sellos de garantía pertenecientes a las organizaciones colombianas y mexicanas que operaban la fábrica. Eso muestra, además, que Bolivia ya no es solo abastecedor de materia prima o de tránsito sino también productor de cocaína altamente refinada y de precursores químicos (antes importados), lo que significa que el país ya no ocupa un lugar periférico en este sombrío negocio.

Los sofismas del gobierno no pueden ocultar que el narcotráfico, en medio de la crisis económica, es la única actividad floreciente, generadora de divisas y empleos en el país, al amparo de las específicas condiciones que el gobierno le ofrece, es decir, abundancia de materia prima como la hoja de coca, relajamiento de los mecanismos de control y en el plano político, total impunidad de los cocaleros para seguir sembrando, flexibilización de las penas por delitos de narcotráfico y la expulsión de la DEA norteamericana.

Por estas ventajas, habrá que concluir que los grandes carteles de narcotraficantes acabarán por asentarse en Bolivia. Esperemos que no traigan la violencia indiscriminada y la destrucción de la institucionalidad.

 

* (foto La Razón 29-3-09)

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