Jimmy Ortiz Saucedo
Con mucha preocupación veo como se escala el insensato conflicto por el TIPNIS. En un país que honre la plurinacionalidad y el medioambiente, no tendría por qué darse. Pero vivimos en un país que estos postulados no se respetan, son enunciados constitucionales vacíos de contenido. Un simple embuste de la retórica nacional.
Su Excelencia Evo Morales lo decidió así, “quieran o no”, como lo dijo literalmente desde el principio. Todo lo demás fue parte de una puesta en escena del teatro boliviano.
“La selva más hermosa del mundo” de Alcides d’Orbigny llega a su fin, arrastrando para siempre con ella una cultura y una forma de vida.
Quisiera destacar tres aristas de esta tragedia nacional, haciendo un especialísimo hincapié en la tercera:
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1) Los daños a la naturaleza, fomentados por “el paladín” de la madre tierra. Esta es una inconsecuencia monumental del Presidente Morales. Se presentó en foros nacionales e internacionales como un férreo defensor de su pachamama, y hoy destruirá 2 millones de árboles. La bella selva milenaria del TIPNIS, que encantan a propios y extraños, serán sustituidos por el negro asfalto de la brasilera OAS.
2) La necesidad de los cocaleros del Chapare de expandir su “frontera agrícola”. Esta fue una promesa de campaña, la palabra empeñada del Presidente de las federaciones de cocaleros del trópico, para poder seguir siendo viables. Fue una promesa a los cocaleros que compran coca de los Yungas para mascar. Ya destruyeron el Chapare, hoy irán por nuestro TIPNIS. No faltará provisión del producto estrella de aportación chapareña, para seguir envenenar al mundo.
3) El genocidio que les espera a los indígenas que habitan el TIPNIS. Esta es una faceta poco explorada del conflicto TIPNIS. Incluso los propios indígenas no le han dado la debida importancia. Les aseguro que se repetirá la trágica historia de los Yuquis en el trópico cochabambino.
Los indígenas de tierras bajas saben por experiencia de sus hermanos Yuquis lo que les puede pasar si los cocalero de Morales entran a sus tierras. Lo que les espera es el genocidio de los Yuquis en el Chapare, que inexplicablemente a nadie en Bolivia ni en el mundo les interesa, pese a que es un crimen internacional de lesa humanidad.
La periodista Gisela López Rivas, en un reportaje publicado en el periódico El Deber del 26-03-2006, muestra la tragedia que está viviendo ésta etnia originaria, a manos de los colonos cocaleros. Dice en partes salientes del reportaje:
“No podemos ir a vivir a Chimoré. Dicen que solamente podremos ir a vender nuestras cositas, las flechas y la artesanía que hacemos y que, después de dos o tres días, tenemos que volver”, dijo el cacique mayor de la comunidad de Biá Recuaté, Walter Itoira. Los yuqui tienen clara la figura: están prohibidos de intentar quedarse a vivir en Chimoré, la población urbana más próxima a la comunidad indígena que cobija a menos de dos centenares de originarios de esta etnia que está en vías de extinción”.
El Presidente Morales está a tiempo todavía de detener esta locura, para bien de su credibilidad, de la naturaleza, de la estabilidad social y de la democracia.