Médicos dicen que no hay personal suficiente para disipar todas las dudas de parientes de hospitalizados. Piden al Gobierno acciones más drásticas ante la pandemia.
Fuente: paginasiete.bo
Verónica Zapana S. / La Paz
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Hace tres semanas la familia Torrico sufría por la pérdida de su padre. Don Ludgardo falleció por un paro respiratorio ocasionado por la Covid-19. Se fue solo, internado en un hospital de la ciudad de Oruro.
Mi papá murió en el hospital, dijo uno de sus cinco hijos, Sergio Torrico, quien relató que su deceso fue rápido. Él estaba un poco resfriado, luego fue al médico y le dijeron que era un simple resfrío, pero seguía mal. Cuando se le presentó un dolor en el pecho acudió nuevamente al hospital donde le hicieron la prueba y dio positivo.
Tras ese diagnóstico lo internaron. Él salió de mi casa a la ambulancia caminando, recordó Sergio. A medida que las horas pasaban el temor y la angustia se apoderaban de toda la familia porque no sabían de él.
Los tres hermanos de Sergio consultaban constantemente a los médicos sobre la evolución de la salud de su padre y la única respuesta que obtenían era que estaba mejorando. El día que falleció mi papá (los médicos) nos dijeron que necesitábamos una inyección que valía cerca de 7.000 bolivianos, pero cuando estábamos a punto de comprarla nos informaron que le dio un paro respiratorio y murió.
Para la familia de don Ludgardo el mundo se vino abajo. Ya no lo verían más y tampoco se despedirían de él. Por recomendación fue cremado y sólo sus cenizas volvieron a la casa.
Los familiares de pacientes que están internados en las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) sufren angustia y temor; además de preocupación constante, sobre todo por la falta de información de parte del personal de salud sobre el estado de salud de su ser querido.
Para nosotros estar en esas condiciones ha sido una verdadera pesadilla, porque no sabes si realmente a tu familiar le están atendiendo, si necesita algo o si ya ha fallecido, afirmó la esposa de un médico, quien el pasado 10 de febrero falleció en el Hospital Santiago Segundo de la Caja Nacional de Salud (CNS).
Ella relató que aún le cuesta dejar partir a su esposo. Han sido 25 años de matrimonio. Acabamos de tener un nieto y ahora él nos ha dejado, lamentó.
Contó que desde que a su esposo le diagnosticaron coronavirus comenzó su viacrucis. Primero sufrimos porque no podíamos conseguir terapia intensiva. Pese a que él es asegurado, no había espacio y cuando al fin hubo un lugar lo trasladaron ahí. Ahora no sé si hice mal en enviarlo a ese hospital, porque ya no lo volví a ver, dijo entre lágrimas.
La mujer resaltó que el día en que ingresó al nosocomio fue la última vez que vio al padre de sus dos hijos. Nosotros lo enviamos al hospital con la esperanza de que se recupere, pero cuando entró ya no hablamos más con él.
Relató que en el hospital solicitaron que sólo una persona preguntara por la evolución del paciente y sobre los requerimientos que tenía. Fueron varios días que mi hijo estaba en la puerta esperando alguna información, pero lastimosamente sólo le decían que no mejoraba y que seguía entubado. Queríamos saber qué estaba pasando, pero nadie decía nada, indicó.
Tras siete días de espera, recibieron la llamada: el doctor ha fallecido. Fue el golpe más duro que podía recibir la familia. En medio del dolor, cremaron los restos del padre y esposo.
La viuda aseguró que hasta la fecha ella no sabe si su esposo ha recibido la atención adecuada. Es una pena, es mucho dolor el que se vive, lamentó.
Bolivia actualmente vive la segunda ola de la pandemia del coronavirus. Según los reportes del Ministerio de Salud, en el país hay cerca de 200 mil casos reportados y casi 10.000 decesos.
En los últimos días, el registro de fallecidos ha oscilado entre 30 y 54 decesos por día. Cada vez son más las familias que pierden a sus seres queridos sin estar a su lado ni poder despedirse.
El presidente del Colegio Médico de Bolivia, Cleto Cáceres, explicó que en la crisis sanitaria pacientes y sus familiares pasan problemas más crueles todavía, porque lastimosamente los hospitales no tienen personal.
Estamos en una guerra con la pandemia, dijo, y recalcó que lamentablemente esa lucha se hace con pocos soldados (médicos y personal de salud).
Acotó que en los hospitales se ha dado de baja al personal que tiene más de 60 años, al igual que al que tienen enfermedades de base porque son población vulnerable. De los que quedaron atendiendo, una mayoría se ha infectado; por lo tanto, cada nosocomio está trabajando con el 30% o 40% de su personal y eso es insuficiente. Pese a ello, los galenos están haciendo su trabajo.
Cáceres dijo que a esta situación se suma el hecho de que los especialistas no pueden trabajar en dos hospitales porque la ley financial no se los permite. Por lo tanto no se puede sustituir todos los espacios con aquellos médicos que aún están en la lucha.
Recalcó que no sólo se requiere más personal, sino que las autoridades asuman medidas de contención de forma urgente. Entre ellas, que se instruya una cuarentena rígida en los departamentos donde existe desborde de casos.
De acuerdo con los datos del Ministerio de Salud, Santa Cruz, La Paz, Chuquisaca, Cochabamba y Beni son las regiones más golpeadas por el coronavirus.
La pandemia genera miedo, no sólo en los habitantes, sino también en el personal de salud. Estamos llegando a un punto donde las camas de internación en los hospitales están saturadas. No hay espacio en el sector público, menos en el de la seguridad social y tampoco en el privado, dijo Cáceres. Y añadió: Actualmente hay desorganización en todo el país, por lo que urge que desde el Estado se priorice la vida y la atención médica. Por estas razones, desde el ente colegiado se pidió al Gobierno que se declare emergencia sanitaria en el país y cuarentena rígida.
El galeno lamentó que en vez de tomar atención a esos temas vitales hoy se priorizan aspectos políticos. Por eso, nosotros nos hemos visto obligados a hacer un consejo médico nacional extraordinario y solicitar una reunión con el Ministerio de Salud, añadió e insistió en que si no se asumen medidas drásticas seguirán falleciendo más personas y en las mismas condiciones.
Mi hermana era joven y falleció. No se dio cuenta que estaba con la enfermedad, pero a los tres días de estar aislada en casa dijo que le faltaba aire, que le costaba respirar y cuando la llevamos al hospital nos dijeron que estaba mejor, contó Enrique Flores.
Ella trabajaba en un nosocomio y su familia cree que fue ahí donde se contagio con el virus. Cuando hemos llamado a sus compañeros, nos han dicho que no había camas ni en ese hospital. Aunque sus compañeros se movilizaron en buscar un espacio para terapia intensiva fue un drama conseguirlo.
Acotó que en el hospital le solicitaron plasma y hasta tuvieron que pagar por este porque no encontraban donante. Luego le pidieron medicamentos que no había en el hospital. Hicimos todo lo posible por llevar todo, pero nadie nos dijo si mi hermana mejoraba o no, relató Flores.
Vanos fueron los esfuerzos de la familia porque tras 10 días, su hermana falleció. Nos avisaron que fue en la madrugada cuando murió y nos dieron hasta el mediodía para sacarla, relató al lamentar que cuando preguntaron sobre las circunstancias, la única respuesta que recibieron de parte del personal fue pregúntele al doctor, estamos ocupados. Finalmente obtuvieron una explicación escueta: murió por paro cardiaco.
El informe
- Impotencia Tras la muerte de sus familiares, la gente se siente impotente y lamenta trasladarlos al hospital.
- Personal Desde principios de año, los directores departamentales de Salud exigen contratos de personal para el área. Y aunque el Gobierno se comprometió a contratar a más de 4.500 profesionales, los galenos afirman que esa cantidad es insuficiente.
- Especialistas Hace unos días el Gobierno se reunió con la Sociedad Boliviana de Medicina Crítica y decidieron hacer contratos de personal para ese sector.
- Acuerdo El Colegio Médico firmó un acuerdo con el Gobierno para mejorar el sistema de salud.
Buscan velar y enterrar a sus seres queridos para llorar su pérdida
Muchos dolientes no permiten las autopsias a sus parientes fallecidos
Verónica Zapana S. / La Paz
Don Roberto ha fallecido en su domicilio. Su familia sabía que él tenía síntomas de Covid-19, pero no se hizo la prueba. No tenía dinero para pagar a un laboratorio privado y en el sistema público debía hacer fila.
En la noche se ha dormido y ya no ha despertado más, dijo su sobrino. Días antes ya su tío les había dado un encargo: A mí no me van a quemar, a mí me van a enterrar. Tampoco quiero ir al médico. No quiero que me internen . Yo estoy bien y sé que voy a mejorar. Así nos ha dicho, relató Javier Flores.
Luego de que don Roberto falleció, la familia se reunió y decidió llevarlo al pueblo donde nació para enterrarlo. El médico nos ha pedido que le hagamos hacer una autopsia para saber cuál era la razón de la muerte, pero nosotros sólo queríamos cumplir la voluntad de mi tío, por eso le hemos llevado al pueblo.
Como esa familia, muchas rechazan que se hagan autopsias a sus parientes fallecidos, para evitar que sean incinerados. Quieren enterrarlos, lo que consideran una muerte digna.
Para Freddy Valle, exdirector del Servicio Departamental de Salud, enterarse de que un familiar ha fallecido es muy doloroso y más aún por el coronavirus. Las personas que fallecen por este virus no pueden ser veladas ni enterradas, ritos fundamentales en Bolivia. Y eso lastimosamente choca con la cultura.
Por eso, las familias no permiten que se haga una autopsia, aunque lo correcto sería hacer ese examen, precisó el galeno. Explicó que también es necesario que se tome al difunto una prueba de Covid para que así se conozca la verdadera razón de la muerte.
El examen médico forense puede decir que una persona ha fallecido por paro cardiaco, pero con la prueba de Covid se identificará si efectivamente el virus ha provocado el paro -explicó Valle-. Una cosa es la causa de muerte y otra cosa es el motivo del deceso. Por ejemplo, en el certificado de defunción puede decir paro respiratorio, pero no se conoce qué ha ocasionado el paro.
Actualmente, en Bolivia existe un protocolo para el manejo de cadáveres de personas que fallecieron con Covid-19. Ese protocolo señala que un muerto por esta patología debe ser incinerado para evitar contagios o entierros sin las debidas normas de bioseguridad. Los cementerios están colapsados, por eso las funerarias aconsejan la cremación, precisó Valle.
Según el fundador de la Asociación de Funerarias de La Paz y El Alto, Nahim Elías, muchas personas mienten para poder enterrar a sus parientes que murieron con Covid-19.
Relató que con la experiencia de más de 20 años de trabajo, él reconoce cuando una persona que falleció en un domicilio portaba la enfermedad. Dentro las casas siempre hay algunos indicios; por ejemplo, sobre las mesas hay medicamentos contra la Covid, o la desinfección es más de lo normal o el distanciamiento, precisó.
Cuando detecta esos casos, Elías dice que inmediatamente los informa al médico para que se realice el protocolo respectivo y se sensibiliza a la familia para que opte por la cremación. Es que en ese momento la carga viral es muy alta y si la gente quiere velarlo, entonces esas personas pueden contraer la enfermedad, indicó.
Explicó que de 10 personas que fallecen por Covid, los familiares de dos aceptan la incineración. Otros llevan a sus difuntos a cementerios incluso de provincias y otros dos se quedan en el Cementerio General de La Paz.
Según Elías, en las últimas semanas los decesos con Covid han aumentado. Cada día registramos al menos 20 muertes, precisó aunque resaltó que sus registros no coinciden necesariamente con los del Servicio Departamental de Salud (Sedes).
Fuente: paginasiete.bo