Una gringa con espíritu boliviano en África

Reportaje. Ingrid Dale Chávez, una militante de la solidaridad sin fronteras, tiene una relación afectiva con Bolivia, país al que ama, aunque no lo ha visitado nunca, pero sí conoce a su gente, historia y fuerte tradición de lucha.

image Ingrid Chávez en Senegal.



Por FRANCISCO ROQUE BACARREZA, Corresponsal de ANF

Washington, 18 Mar. (ANF).- Ingrid Dale Chávez, una gringa con espíritu boliviano, es una militante de la solidaridad sin fronteras, sin diferencias étnicas, religiosas, de género y económicas.

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Su historia empezó de repente. En octubre pasado cuando una catedrática de la Marymount University, Elizabeth Langran, expuso a sus alumnos un trabajo sobre educación, comunicación y tecnología a sus alumnos.

Chávez quedó escéptica desde el punto de vista de los pueblos subdesarrollados, basada en su experiencia entre los chiapanecos mexicanos. Conjugar tecnología de punta y pobreza educativa le pareció difícil de llevar a la práctica. Así le hizo saber a la catedrática.

Su escepticismo y la crítica a la propuesta de Langran le valió una invitación. “Ni en mi sueño más frenético imaginé ser invitada para viajar a Senegal”, recordó Chávez con una inocultable sonrisa de satisfacción que le ampliaron sus grandes ojos azules.

Con una donación de una agencia del gobierno de Estados Unidos pudo llevarse a cabo un proyecto que hacía realidad la propuesta de Langran.

Un grupo de Marymount University viajó a Senagal para trabajar junto a otro de estudiantes de asistencia social, salud y comunicación de la Universidad de Bambey. Juntos trabajaron en un programa de entrenamiento intensivo que, por primera vez, llevó información médica y educativa a los habitantes de dos poblados rurales distantes a unos 146 kilómetros de la capital senegalesa.

Chávez se encontró en un ambiente totalmente extraño a su medio habitual. “Africa es otro mundo”, declara la rubia maestra de ancestros irlandeses.

Senegal es una nación de 13 millones de habitantes en el oeste del continente. Su población es musulmana en un 94 por ciento (sólo el cinco por ciento se considera cristiana).

Es un país democrático con un sentido de apertura totalmente contrario a lo que se observa en el mundo de los musulmanes radicales y una acentuada práctica pacifista influenciada por uno de sus consagrados poetas.

Los estudiantes senegaleses con los que trabajó Chávez asimilaron en pocos días las facilidades de la moderna tecnología de comunicación, servicio y salud en una zona remota muy típica del Tercer Mundo donde el agua, la electricidad y otros servicios básicos, todavía les son ajenos.

Con una sinceridad que conmueve, la gringa de espíritu boliviano, aún no acaba de “digerir” la experiencia senegalesa, pero una vez más amplía su convencimiento que las naciones del Tercer Mundo pueden mejorar la calidad de vida de sus habitantes con  educación, conocimiento que les llevará a ampliar sus horizontes.

Ese convencimiento es fruto del trabajo de Chávez con las comunidades mexicanas en Chiapas. Desde 2005 está vinculada a la labor humanitaria y educativa que desarrolla el programa de San Cristóbal de las Casas, Hogar Comunitarios y Escuelas para Chiapas, que promueve la educación, la defensa de los derechos humanos y la promoción de la mujer.

¿De dónde el apellido Chávez? La respuesta es larga y personal, pero deja en claro que el cambio en la identidad le permite mantenerse próxima a su anhelo de ayuda solidaria porque esta gringa es una convencida de que la mejora de la condición de los pobres no está en la limosna sino en la máxima de “no des de comer, enseña a pescar”.

Su apellido familiar Dale quedó sólo para efectos legales. Chávez es su identidad cotidiana, que la asoma, a través de su hijo, al mundo latino y alimenta su inveterado espíritu de solidaridad. En su cambio de identidad está su relación afectiva con Bolivia, país al que ama, aunque no lo ha visitado nunca, pero sí conoce a su gente, historia y fuerte tradición de lucha.

Esta gringa, cuya vocación de solidaridad es de vieja data, se crió en una familia cuya abuela fue antibelicista en los difíciles años de la guerra del Vietnam y promotora de ayuda social. “Ella influyó mucho en mí”, dice.

Otra fuerte influencia es su hijo al que crió en los  tiempos de adversidad personal, pero que fue la motivación para estudiar magisterio en la universidad. La enseñanza es en el día a día el arma que tiene Chávez para mejorar a su modo el mundo que le rodea y robustece su espíritu de voluntariado que comenzó en Chiapas.

Entre tanto, su asignatura pendiente sigue siendo Bolivia, país al que se ha prometido viajar para conocer la rica cultura indígena.