Justa Cabrera y Evo Morales

Álvaro Jordán

AlvaroJPEGDibujo_thumb Justa Cabrera (JC) y Evo Morales (EM) son dos representantes nativos, la una, exponente de la cultura de los pueblos de la cuenca amazónica-platense (el precolombino Kandire) y el otro, exponente de la cultura altiplánica (el precolombino Qullasuyu).

El análisis de sus ambientes histórico-culturales permiten la comprensión de los comportamientos sui géneris de cada uno de ellos. Permiten visualizar en forma directa la confrontación, que se plantea entre el poder creciente del Estado omnipresente, con pretensiones de extrapolación continental, en manos de EM y, en el otro extremo, las masas depauperadas, los nativos kandirenses, en la figura de JC. Y al mismo tiempo, su proyección como la confrontación a nivel internacional, entre el poder imperial privado y del Estado, crecientemente globalizado y ávido de riquezas, y la explosiva exclusion de las masas del planeta, cada vez más marginadas del trabajo.



Justa Cabrera emergió a la luz pública como resultado de cualidades personales extraordinarias mostradas en la lucha por la defensa del TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure), nada comunes en las figuras políticas con las que nos tienen acostumbrados la tradición partidaria y centralista, ya sea del campo oficial como del opositor.

“La mujer de la voz clara”, así han distinguido sus bases la honestidad y valentía de JC demostrada en la defensa del TIPNIS cuando resumía la tipificación de EM como: “Evo capataz de las transnacionales”.

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Mientras JC defiende la democracia expresada en el derecho de los pueblos a la defensa pacifica de la vida, EM “manda apalear en defensa de los intereses de las transnacionales”: asalta el campamento de descanso de los marchistas por el TIPNIS durante el almuerzo de las familias en Yucumo con brutalidad policiaca, impidiendo el aprovisionamiento de alimentos, el aprovisionamiento de agua y persigue a las madres con sus niños a cuestas por la selva y ahora militariza el TIPNIS desconociendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos nativos, consagrado por la Constitución, supuestamente, en vigencia.

Mientras el accionar de JC está determinado permanentemente por la consulta a la voluntad de sus bases, el de EM está cada día más cimentado en la fuerza bruta de los militares y la ignorancia, como la expresada por el “magistrado del Tribunal Constitucional Gualberto Cusi que dicta sentencias dejando caer hojas de coca y viendo si se posan en un lugar que él considera “positivo” o en otro que le parece “negativo”.

Mientras JC defiende la “hermana naturaleza” esforzándose por impedir la invasión del Parque Nacional Isiboro Sécure de parte de los narco-cocaleros, el presidente cocalero expone su investidura al escarnio público e internacional defendiendo el masticado de la coca en la Organización de las Naciones Unidas y agrediendo a “La madre tierra”.

Son muchas las profundas diferencias existentes entre JC y EM. Las presentadas son suficientes como muestra y cuya explicación solo la podemos encontrar en los contenidos del imaginario de la federación de pueblos libres de la cuenca amazónico-platense muy bien expresados por La mujer de la voz clara y en el sincretismo de la cosmovisión aimara y socialista de EM.

Mientas Justa Cabrera está en permanente contacto con sus bases, las consulta, humildemente recibe sus mandatos, las retroalimenta con sus informes, es su praxis cotidiana, es su herencia ancestral de Kandire y fuente de su sabiduría; por su parte Evo Morales es el Inca del imperio Tawantisuyano, se ha erigido en un dios Aimara, encumbrado por el culto a la personalidad de sus aduladores, aislado y desesperado por conseguir la sumisión de mojeños, chiriguanos, tacanas y todas las etnias del mosaico plurinacional de Bolivia, ignorando totalmente a la mayoría mestiza se ha transformado en el jefe supremo de un ejército que a lo largo de la historia boliviana solo se ha ensañado contra su mismo pueblo, encarnando de esta forma en su persona el recuerdo de oscuras figuras como las de Hitler y Stalin.

El nombramiento de JC como subalcaldesa del cantón de Paurito recientemente realizado en Santa Cruz, si bien se ha dicho que es aceptado a título personal, evidentemente “La mujer de la voz clara” no hace nada sin el consentimiento de sus bases y este hecho, que ella en su condición de primera presidenta de la Confederación de Mujeres Indígenas de Bolivia, ha definido en el lenguaje nuestro como bajarse “de la silla al toco”, es una señal muy clara del esfuerzo del frente nativo por acercarse a los sectores dispersos por la política sectaria a fin de conformar la unidad que sea capaz de enfrentar el autoritarismo oficial y colonial de EM. Son estos sectores los que ahora deben mostrar su desprendimiento a fin de consolidar la unidad que defienda los intereses departamentales frente al avasallamiento del poder central.

Este trabajo debe consolidarse a nivel de cada departamento, bajo el principio del respeto al otro y el ejercicio de la libertad de cada uno. Posteriormente los departamentos se sentaran en una mesa de diálogo para darle al País una estructura acorde a la diversidad cultural y nacional. En este escenario descentralizado no hacen falta figuras nacionales, las departamentales son suficientes para avanzar efectivamente en el reconocimiento de la pluriculturalidad boliviana, en ejercicio de la autoridad desde las bases y la estructuración de una nueva Bolivia soberana, múltiple y unida.