Una guerra de 74 días proyecta su larga sombra sobre el Cono Sur


La decisión del gobierno del general Leopoldo Fortunato Galtieri de recuperar las Malvinas encontró eco en la población civil argentina. Pero la guerra, que iba a salvar a la dictadura, acabó por derribarla, y marcó el inicio de un ciclo democrático regional.

image Infografía Malvinas

La Razón / Alfredo Grieco / La Paz



La gran mayoría de la población argentina se enteró de que tropas nacionales habían desembarcado en las islas en la misma mañana del 2 de abril de 1982. Lo anunció la radio, y los diarios publicaron sus ediciones matinales, por entonces todas en blanco y negro, adornadascon una franja celeste y blanco que atravesaba sus portadas.

El entusiasmo fue unánime y no se oyeron en el país voces discordantes. Si esto era así, se debía a que durante siglo y medio los gobiernos y la educación argentinos habían grabado en generaciones de escolares un principio patriótico e indiscutible, que se dejaba resumir en la fórmula “Las Malvinas son argentinas”.

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Aun con descuido de otros relatos del pasado, nunca faltó en la enseñanza de la historia nacional el recuerdo de que en 1833 Argentina contaba con un batallón e incluso con gauchos en las Malvinas, cuando un navío militar británico, el Clio, tomó el control de las islas. Así se apropió Gran Bretaña del archipiélago que Argentina heredó de España tras declarar su independencia en 1816.

En ese episodio inicial, ya había desempeñado un papel la nación que habría de ser el gran aliado de Gran Bretaña en 1982. La población argentina de las Malvinas, que sumaba unas 200 personas, había sido en gran parte deportada por una nave de Estados Unidos, el Lexington,  en represalia por la toma de navíos estadounidenses a los que Argentina había encontrado pescando sin permiso en aguas territoriales.     

  Reivindicación. En 1849, 30 familias de colonos británicos se instalaron en Puerto Stanley, donde se había fijado la capital de las islas en 1845. Estas poblaciones que llegaron después de la toma y de que los británicos llamaran Falklands al territorio, constituyen la base de la justificación jurídica que ofrece hoy Gran Bretaña para reclamar en la soberanía británica, desaparecido ya el imperio, sobre estas islas, alejadas a más de       10 mil kilómetros de la metrópoli. Londres dice fundarse en la autodeterminación de los isleños, quienes por abrumadora mayoría manifiestan su voluntad de seguir siendo británicos.

La misma usurpación fue la base de los reclamos que los gobiernos argentinos, de todos los partidos, civiles o militares, hicieron ante los foros internacionales. En 1965, una resolución de la Asamblea General de la ONU, aún vigente, denegó a Gran Bretaña soberanía sobre las Malvinas.

Acción. El Gobierno argentino decidió pasar de la diplomacia a la acción en 1982. A los ojos de la población argentina, que fue informada sumariamente sobre lo ocurrido, el pasaje de la victoria a la derrota fue súbito y casi sin transiciones, como lo fue el del apoyo a un régimen militar que comenzaba a resquebrajarse, a un rechazo masivo y también sin fisuras. Las mismas multitudes que salieron a las calles para apoyar la guerra con una espontaneidad que asombró a los mismos instigadores de esas manifestaciones, se volvieron contra el régimen, con una dureza todavía mayor, en el curso de los dos meses y medio que duró la guerra.

“Vamos ganando”, la consigna que repetían los medios oficiales y oficiosos sobre la guerra, pudo durar apenas un mes. Si el 2 de abril las tropas argentinas ocuparon las islas, ya el 2 de mayo un submarino nuclear británico hundió al crucero General Belgrano.

Los 323 muertos oficiales fueron la mayor pérdida de vidas argentinas en el teatro de guerra, de cuyo recuerdo traumático es difícil decir que el país se haya recuperado. Este año 2012, el cam-  peonato de fútbol argentino se llama “Crucero General Belgrano”. Una investigación posterior enumeró que en los años que siguieron a la guerra, murieron más combatientes de Malvinas, muchos por suicidio, que la cifra habitual de 649 hombres.

Entretanto, la fisonomía política argentina y regional ya habían virado hacia la democracia. En 1983, Argentina eligió a un gobernante democrático, Raúl Alfonsín. También mejoró la vida de los kelpers, los habitantes ingleses de Malvinas. Antes ciudadanos de segunda en el imperio con la guerra pasaron a gozar de ciudadanía plena.

El juego de alianzas y traiciones

EEUU

Contra la doctrina Monroe que rezaba “América para los americanos”, el gobierno de Ronald Reagan apoyó diplomática y militarmente a Gran Bretaña. No aplicó el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca)

América Latina

Salvo Chile y Colombia, el apoyo fue general. Cuba ofreció tropas a la dictadura argentina.Unas islas todavía minadas

Costo

El Gobierno británico estima en $us 318 millones anuales el costo que paga por su compromiso con las islas.

Ejército

Hay estacionados 1.300 soldados de infantería y cuatro jets Typhoon. El príncipe William pasó varios días en las islas como piloto.

Marina

Gran Bretaña envió durante   el mes pasado  a Malvinas al más moderno destructor de   la Marina Real.

Submarino

El Gobierno de Londres se rehúsa a responder si un submarino nuclear navega alrededor de las islas.

Petróleo

La empresa Rockhopper encontró petróleo offshore en 2010 y anunció que puede empezar a extraerlo en 2016.

Minas

Según diversos cálculos, los británicos todavía tienen que limpiar las islas de 16 mil minas antipersonales.


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