A 40 años del Quinto Centenario de la fundación de Santa Cruz


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Carlos Dabdoub Arrien

Vicerrector de UNIFRANZ

Santa Cruz fue fundada un 26 de febrero de 1561 por el extremeño Dn. Ñuflo de Chaves. A partir de este año, apenas nos separan 4 decenios del V Centenario de su nacimiento, por consiguiente, es un momento propicio de reflexión y de recreación para idealizar un futuro promisorio de las próximas generaciones.



Diseñar un proyecto de región, merece inclinar la mirada hacia su historia, no con el ánimo de estancarnos en el pasado, sino para interpretar mejor los hechos ocurridos en Santa Cruz. Entre ellos, se puede evidenciar que en el tiempo, siempre los cruceños con su esfuerzo, tenacidad, unidad, y sin padrinaje alguno del estado, fueron constructores de su propia hoja de ruta, desenvolviendo un modelo de desarrollo económico social genuino y exitoso.

De la misma forma, la generosidad de la naturaleza, otorgó las condiciones para alcanzar un bienestar a quienes habitan en su territorio, además de gozar esta región un sitial geoestratégico privilegiado en esta parte del subcontinente. Si a ello agregamos la identidad como parte de su desarrollo -sin consecuencias xenofóbicas ni chauvinistas-, donde destaca la libertad, el emprendimiento, la autoestima, la pasión por el terruño, la solidaridad, etc., se comprenderá que la futura alborada será siempre más luminosa que en tiempos lejanos.

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Muchos planes y programa de desarrollo han surgido en la historia cruceña, desde la fundación de la República hasta nuestros días, porque siempre fue visionario este pueblo, aunque algunos lo nieguen. Pero ¿cuál sería el modelo a seguir después de esta pandemia?, luego que aprendimos de ella que el futuro es ahora, que el mundo se achicó, que lo que pasa en sitios lejanos nos atañe también a nosotros. Por tanto, no podemos pensar como si habitáramos en una isla. Los cruceños hoy somos más universales que nunca.

Nuevos sistemas económicos alternativos surgieron en el mundo antes de la pandemia COVID19, tales como la economía “naranja o creativa” que para América Latina representa según Buitrago y otros (2013) “….una riqueza enorme basada en el talento, la propiedad intelectual, la conectividad y por supuesto, la herencia cultural de nuestra región”.

Una propuesta reciente sigue los lineamientos de Kate Raworth (Donut Economics: Siete formas de pensar como un economista del siglo XXI. 2017), que plantea dejar de lado el crecimiento económico infinito en un planeta finito; de lo contrario, nos dice, estamos cerca del suicidio de la humanidad, y por tanto, en puertas de la sexta extinción masiva del planeta.

¿Qué hacer? Se trata de replantear casi todo de nuevo, Provocar toda una renovación innovadora y disruptiva (revolución del patujú), que considere la revalorización del conocimiento como una nueva riqueza, las energías renovables, la protección de áreas protegidas, el “hidrógeno verde como combustible alternativo, la eficiencia energética, la economía circular y la agricultura regenerativa”. Un mundo donde los sectores más contaminantes tendrán que transformarse completamente o desaparecer. Además, habrá que transformar a Santa Cruz de la Sierra y su región metropolitana, donde ya vive más del 60% de nuestra población.

La tarea no es fácil. Necesitamos debatir y converger con ideas frescas, sin ningunear a nadie. Para ello, la encíclica “Fratelli Tutti” pone el dedo en la llaga de nuestra sociedad donde el remedio no es otro que la fraternidad y la amistad social (¿Cómo superar esa depresión cultural? Nicolás Castellanos, 2021).

Ante este vacío de prospectiva y resiliencia regional, es hora de subirnos al carro de la utopía para poner en marcha una propuesta integral post-pandemia, tomando en cuenta que lo que hagamos durante estos próximos años, va a marcar la suerte de quienes conmemoren los 500 años de Santa Cruz de la Sierra; me refiero a nuestros hijos, nietos y bisnietos.


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