Me canso, pero sigo…

Voy a confesar que después de mucho tiempo me he tropezado con dos poetas que me han inspirado para escribir estas líneas. Pero como no quisiera que se me entienda mal, aclaro que no comparto su ideología: ellos eran marxistas convencidos, aunque hoy, al ver ya marchitos sus sueños, les brotarían lágrimas hechas palabras.

Por Sergio P. Luís – Profesional independiente

image Cuando leo de César Vallejo que “hay golpes en la vida tan fuertes, / yo no sé, / golpes como del odio de Dios”, siento profundamente esos golpes contra todos los bolivianos; son mazazos duros, lanzados a traición, con odio, no de Dios, sino el que nace del resentimiento, la incuria, la soberbia y, al fin, de la impotencia para dominarnos. Mis pensamientos no los podrán encarcelar nunca. Son míos.



image Reparo también en el lamento de Neruda: “Sucede que me canso de ser hombre…” La misma frustración no me alcanza, sólo tengo momentos en que me canso, no de vivir como ser humano, sino de tanto batallar y, al fin, de escribir sobre lo que veo, siento y huelo… la podredumbre que se pega y se encarama en la Patria. Pero sigo, es cierto asqueado y muchas veces sin esperanzas, hilvanando palabras como recurso íntimo para mantenerme vivo, como boliviano que ve, como alguna vez lo percibió don Walter Montenegro, en parodia admirable, que  “la Patria está estrellada y, a lo lejos, gritan furiosos los los masitas.

No es para menos. Tenemos un presidente que persigue, insulta y hasta regala bonos con dinero ajeno para ganar votos. Pero esto se queda en casa. Lo que preocupa, y no puedo cansarme de repetirlo, es que se esfuerza en ir mostrando en el mundo sus disparates, sin medida ni freno. Y es atrevido. No sabe que “las palabras violentas o injustas, puestas en boca de un presidente, son malas por sí solas, pero además corren el riesgo de despertar las peores pasiones en sus propios seguidores” (Joaquín Morales Solá).

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Se embarca en campañas de ofensa contra el capitalismo, contra el “imperio”, contra la Unión Europea, contra un vecino, contra las regiones que quieren autonomía, contra la fe de los bolivianos, contra la bandera y todos los símbolos de la Nación; proclama que la hoja de coca no daña y que hay que sacralizarla; que sus amigos ayatolaes iraníes son ángeles acosados por los diablos yankees y por todo el occidente; y paranoico se estrella contra terratenientes, empresarios, políticos, oligarcas, estudiantes, periodistas, cambas, chapacos y chuquisaqueños, y aun la mismísima CIA, “que lo quieren derrocar”, sin caer en la cuenta que él mismo acabará destronándose, por su ignorancia, su resentimiento, su odio, todo con la inmensa ayuda de la corrupción de sus acólitos, que precipitarán su irremediable fin

No lo salvarán sus amigos del populismo venezolano, ni los cubanos de Castro que aconsejan asesinar la democracia; tampoco la abollada señora Bachelet que le regaló UNASUR para luego usarlo, ni la extraviada presidenta argentina agobiada entre el botox, el mal gusto y la petulancia. 

Sí. Da para decir que hay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé Pero no para cansarse de rechazar la impostura, la autocracia populista, la infamia, el fraude, la corrupción, la inopia intelectual.

¿Votar en estas condiciones? Sólo los masoquistas. La consigna, entonces, debe ser: rechazar el fraude y vencer.