El 47 por ciento de los encuestados en el eje troncal considera que el país va por mal camino, según los resultados de la última encuesta realizada por IPSOS para Página Siete, que en otro punto muestra que los cruceños y alteños son los más optimistas.
El trabajo de campo se efectuó entre el 18 y el 26 de abril y 800 personas, todas mayores de edad, fueron entrevistadas.
El estudio de opinión pública fue realizado en las cuatro ciudades que concentran el 40 por ciento de la población boliviana: La Paz, Cochabamba, El Alto y Santa Cruz.
Se tomaron en cuenta todas las variables socioeconómicas y grupos etáreos.
La encuesta muestra que los alteños y cruceños son los pobladores que mejor impresión tienen del rumbo del país. El 27 por ciento de los habitantes de El Alto y el 24 por ciento de los ciudadanos de Santa Cruz consideran que Bolivia se encuentra en el buen camino.
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En cambio, apenas 19 de cada 100 paceños y el 16 por ciento de los cochabambinos considera lo mismo. De esta forma, la capital valluna es la ciudad más pesimista.
En el eje troncal, 22 de cada 100 entrevistados considera que el país va por buen camino frente al 47 por ciento que ve un mal rumbo.
El margen de pesimismo se ha reducido de manera marcada, mientras el crecimiento del optimismo es bastante tímido.
En febrero del año pasado, un par de meses después de la promulgación y abrogación del gasolinazo, 70 por ciento de la población afirmaba que Bolivia se encontraba por mal camino. En 14 meses la reducción es de 23 puntos porcentuales.
Mientras tanto, el margen de pobladores que cree que el país va bien apenas creció cuatro puntos porcentuales. Pasó del 18 por ciento al 22 por ciento en el mismo periodo de tiempo.
El momento de mayor optimismo en el país fue en febrero, cuando 25 de cada 100 manifestó considerar que Bolivia estaba en buen rumbo. El mismo porcentaje se registró en diciembre del año pasado.
Precisamente en ese mes se registró el margen más bajo de pesimismo en todo el eje troncal. En aquella oportunidad, cuatro de cada 100 ciudadanos indicaron que Bolivia iba mal.
Los márgenes optimistas se redujeron después de que los dos primeros meses del año estuvieron marcados por relativa tranquilidad en las calles, mientras que a partir de marzo retornó la conflictividad social.
En enero llegó la marcha de los pueblos del Consejo Indígena del Sur (Conisur) y en febrero llegaron hasta La Paz los discapacitados exigiendo un bono anual de 3.000 bolivianos. Ambas movilizaciones fueron resueltas a través de procesos legislativos en la Asamblea Plurinacional sin sobresaltos.
Sin embargo, desde marzo comenzaron las movilizaciones del sector salud en contra de la ampliación de la jornada laboral.
También comenzaron las protestas de los maestros urbanos por la nivelación salarial.
La Central Obrera Boliviana comenzó a movilizarse en abril reclamando mejores sueldos. Las universidades y la máxima entidad sindical del país se sumaron a la reivindicación de médicos y salubristas.
En las últimas semanas comenzaron las movilizaciones del transporte público.
Opinión – Cochabamba