Hay huelgas y huelgas

Hernan Siles hizo huelga de hambre en defensa de la democracia, Evo en defensa del fraude electoral.

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La huelga de hambre, históricamente, fue el método de lucha de los débiles frente a los poderosos. Gandhi, el Mahatma,  la usó como arma para conseguir la independencia de la India del imperio británico y la usó también para conseguir la paz en su país azolado por los enfrentamientos entre hindúes y musulmanes.



En Bolivia fue utilizada por un grupo de mujeres mineras para recuperar la democracia luego de siete años de dictadura. Hernán Siles Suazo, el símbolo del retorno a la democracia, la uso también cuando debía enfrentar a una oposición que se había propuesto hacer ingobernable el país. Los que lo conocen aseguran que hubiera preferido inmolarse a tener que asumir una medida de fuerza (con militares, policías y turbas) para enfrentar a una oposición política y sindical que le había hecho insostenible su gestión. 

Siles era un auténtico demócrata, que con aciertos y errores, garantizó la continuidad de un sistema democrático del que hoy se benefician todos los bolivianos, aunque es cierto, unos más que otros, particularmente aquellos que hoy proclaman una dudosa adhesión a la democracia y se dicen de izquierda.

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Entre las huelgas de hambre que cumplía Gandhi, las mujeres mineras y más cercanamente, Siles Suazo y la que el jueves han declarado Evo Morales y algunos dirigentes de las “organizaciones sociales” existe mucho trecho, en sus intenciones y objetivos.

Esas huelgas eran para luchar por la paz, para preservar la democracia. La que hacen Evo y un grupo de regordetes allegados es para todo lo contrario. Buscan la aprobación de una ley electoral que terminará liquidando la democracia para que Evo se perpetue en el poder  junto a una casta de nuevos ricos que dicen luchar por los pobres y los marginados.

Se trata de una maniobra que como siempre quiere mostrar al «pobre y discriminado indio», supuestamente asediado por una oligarquía inescrupulosa y racista, por una derecha ultramontana e insensible.

Sin embargo debe quedar claro que lo que en realidad quiere Evo es imponer en el país un sistema autoritario mediante una ley electoral que le permita el fraude dentro y fuera del país.

Y en cuanto a la parodia de la huelga de hambre, el mismo Evo, ante una recurso similar de dirigentes cívicos, declaró que esta medida les caería bien por cuanto estaban gordos.

Al ver las imágenes del momento en que anunciaron el inicio de su huelga de hambre, es evidente que el comentario podría ser el mismo. Evo no es lo que podría denominarse un figurín y Pedro Montes, Isaac Avalos, Fidel Surco y Edgar Patana, no dan la imagen de humildes y sacrificados dirigentes sindicales y por el contrario muestran unas abultadas barrigas que seguro han sido generosamente alimentadas por deliciosos chicharrones, thimpus, majaditos y cervezas.

Sin embargo no hay que olvidar que el recurso del ayuno, en vez de los cercos y agresiones violentas de grupos masistas contra parlamentarios opositores, fue adoptado por dos situaciones. La primera que las FFAA advirtieron que no se meterían en ninguna salida de fuerza y segundo, que las “bases” ya no están dispuestas a movilizarse para seguir fomentando el enriquecimiento de sus dirigentes.

Mientras tanto es de esperar que la huelga de hambre (sin control de nadie para ver si comen o no) ayude a mantener la línea a Evo y así pueda seguir teniendo argumentos para preocuparse de la figura del presidente peruano Alan García.

 

Foto ABI