Receta para perpetuarse en el poder

La población está ya acostumbrada a recibir un nuevo bono o gratificación en las proximidades de una elección, esta vez con el título de Bono Juana Azurduy de Padilla para las madres gestantes y sus niños o niñas, con miras a la elección presidencial de diciembre próximo.

image Editorial El Diario.

El actual régimen comprende así la política y no conoce otra forma de gobernar. El monto del bono es de 1.820 bolivianos que empezará a pagarse el 27 de mayo próximo y debía beneficiar a 52 municipios pobres, pero se extenderá al resto del país, con excepción de las madres aseguradas o que reciban el subsidio de lactancia, según se anunció, beneficiando al 74% de las mujeres gestantes.



Como justificación de esta medida se dijo que concuerda con la Constitución, la cual garantiza el derecho a la alimentación y a la salud a toda la población, a lo que se agrega que será financiado “con las utilidades de las reservas internacionales que administra el Banco Central de Bolivia”, fuente demasiado genérica y por ello poco precisa, que además contradice la ley de dicha entidad monetaria rectora.

Se trata de una ‘copia’ (émulo) de medidas similares aplicadas en México y en el Brasil, las dos economías más ricas y prósperas de Latinoamérica, a las cuales, pese a que somos el penúltimo país más pobre del continente, las hemos superado mediante el Bonosol, ahora Bono Dignidad, Bono Juancito Pinto, sobre la base del Bono Esperanza de El Alto y la nueva gratificación a las madres y niños. Este mismo mes los jubilados se beneficiaron con un incremento de alrededor del 15%, todo lo cual incidirá pesadamente en la economía estatal precisamente en circunstancias en las que el Brasil reducirá significativamente sus compras de gas y la Argentina las incrementará levemente, pero en ambos casos a precios más bajos de los que pagaban hasta ahora, debido a la caída de las cotizaciones de hidrocarburos a nivel internacional.

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Por supuesto que el impenitente asistencialismo del Gobierno ha de provocar una explosión de alumbramientos por el señuelo de percibir un dinero que “cae de lo alto”, sin trabajo alguno. Nuestro país registra uno de los índices más altos de natalidad, lo que podría considerarse beneficioso, pero la aguda pobreza que padecemos no es la mejor consejera al respecto. No podemos crear riqueza suficiente para satisfacer las necesidades de vida de los 9 millones de habitantes, sin contar los 3 millones que exportamos por la misma causa, al paso que la crisis no nos augura mejoras por lo menos en unos 10 años más.

Aquí es necesario recordar la enseñanza bíblica de Jesús, ya que cuando la multitud al conocer el milagro de la multiplicación de peces le pidió el mismo prodigio, El les aconsejó que es mejor aprender a pescar y disfrutar de alimento para siempre. Las dádivas no son constructivas ni en lo individual ni en lo colectivo y lo que no se siembra hoy, mañana no se cosechará.

Cada distribución gratuita de dinero significa menos carreteras, menos escuelas, falta de hospitales, de albergues para niños, ancianos, menesterosos y mendigos, es decir, menos bienestar colectivo y menos dignidad humana. Sin embargo, hace rato que estamos embarcados en la carrera de los bonos con fines electorales y como este calendario ‘es enorme’ por las elecciones de autoridades y referendos, uno y otro sector se apresta a recibir más dádivas. Bajo esta panacea, excelente receta de perpetuación en el poder, en lo sucesivo toda elección será sinónimo de bonificación. ¡Oh bendito país de las maravillas!