Jimmy Ortiz SaucedoNoticia: “Sanabria dice que encubren a funcionarios públicos (El Deber 22-05-12).- Sanabria, en una carta que envió a El Deber y a la red Univisión de Estados Unidos, a través de su abogada, Sabrina Puglisi, sostiene que “es un deber del exministro de Gobierno Sacha Llorenti dar a conocer la identidad de funcionarios públicos involucrados en delitos y actos de corrupción de narcotráfico, según indicios y pruebas acopiadas por las investigaciones del Cigein”.Comentario: Esta es otra grave acusación contra el gobierno boliviano. Debió ser la noticia principal de portada en la prensa nacional, pero sin embargo no lo fue. Varios medios le dieron poca o ninguna relevancia.Como si una denuncia nacional e internacional como esta fuera una noticia de poca monta. La autocensura ante un gobierno totalitario, que como tal no tolera la crítica, continúa dando sus frutos. Y la verdad no da para reprochar a los medios por esto, es un puro y legítimo instinto de conservación.Permítaseme una necesaria digresión: La realidad del periodismo nacional es muy diferente a la que pintó García Linera en Venezuela, en el programa del “ecuánime” Mario Silva (La Hojilla), del canal de Hugo Chávez Venezolana de Televisión. Fue una verdadera expresión al estilo comunista de la época de la Guerra Fría.El vicepresidente habló de “dictadura mediática” contra el gobierno. Cuando lo que existe es exactamente lo contrario, la dictadura del gobierno contra los medios bolivianos, a la cabeza del propio Presidente que lo insulta y lo difama día por medio. Continuando con la dictadura mediática de Canal 7, Telesur, Radio Patria Nueva, el Periódico Cambio. Así como una red de medios y voceros para-oficiales, que ya todo mundo conoce. Esta es la verdadera dictadura mediática, pagada con la plata del pueblo boliviano.Si algo existe todavía de libertad de prensa y de expresión en Bolivia, es más por la valentía de periodistas, medios y pueblo en general, que no se resigna a silencien su voz, que por la cualidad “democrática” de un gobierno que no la tiene.Continuando con el tema que nos ocupa, la acusación del General Sanabria, importante ex funcionario de este gobierno; aún siendo un presidiario, es muuuuuuuuuy seria. Al menos para un País digno, que se precie de combatir al narcotráfico y la corrupción pública como Dios manda. El Narco-General “afirmó que hay funcionarios públicos del Gobierno actual implicados en narcotráfico y desafió a un ex ministro y a un ex viceministro a revelar los informes que incluyen nombres y pruebas”. Son lapidarias las palabras del General.Una noticia de este calibre, que mella la honorabilidad del gobierno actual en particular y del País en general, debiera ser resuelta con la participación directa de Su Excelencia. El Presidente Morales tiene que salir por los fueros de la dignidad nacional, tomando el toro por las astas y aplicando los correctivos necesarios.¿Cómo es posible que semejante escándalo no hubiera sido investigado a fondo por el gobierno nacional? ¿Cómo es posible que se limitaran principalmente a perseguir a los parientes del General? ¿Buscaron justicia o retaliación? ¿Por qué Sacha Llorenti y Marcos Farfán nunca fueron incluidos en este proceso? ¿Por qué el Presidente no los destituyó? ¿Se quiere limpiar verdaderamente la administración pública? ¿Será que ahora se espabilaran o quedara en lo mismo? ¿Se restará valor a las declaraciones del General con los argumentos de siempre? ¿Cómo es posible que sólo los aparatos de inteligencia extranjeros detectaran al General? ¿Seguirá Bolivia en la mira internacional como un Narco-Estado? Es de esperar que de esta vez se tome este delicado asunto con la seriedad que merece. El gobierno debe mostrar su voluntad política en la práctica. En el discurso ya sabemos que lo tiene.Los bolivianos no queremos ser mal vistos por la comunidad internacional. No queremos ser tachados de vivir en un Narco-Estado. Somos una sociedad digna, como cualquiera de las otras sociedades del mundo. No porque unos cuantos malos ciudadanos, que gozan de poder y de impunidad, estén involucrados con la cadena coca-cocaína, todos tenemos que sufrir el detestable estigma.