Elecciones transparentes, ¿y Exeni?

image Por: Cayo Salinas

Miren el nivel de descomposición al que hemos llegado. En Bolivia, el fraude electoral está en proceso de institucionalización y el Gobierno ni se inmuta, menos José Luis Exeni, por supuesto.

Algo tan básico en una democracia, como es que cada ciudadano tenga certeza de que su voto cuenta y que el proceso que lo avala garantiza el ejercicio de ese derecho, en Bolivia ha alcanzado un grado de descomposición al extremo de que ningún ciudadano que no sea del MAS, por convicción o conveniencia, confía en el sistema electoral boliviano y en sus operadores.



Y no estamos pidiendo que el Gobierno nos dé de comer o pague nuestras deudas, pedimos que garantice elecciones transparentes y que el ganador lo sea como consecuencia de una justa limpia, en la que el principio de respeto a la voluntad del soberano no sea sólo parte del discurso, sino también parte de una política de Estado que coloque este derecho en el lugar donde corresponde.

Sin un sistema electoral robustecido por normas que protejan el voto y con autoridades electorales que no estén comprometidas con el Gobierno de turno (como notoriamente lo está Exeni), nunca sabremos si quien se ufana de ser el vencedor realmente ha gozado de la confianza del poseedor de la soberanía. En ese contexto, Evo y su gente saben que el montaje fraudulento con la doble ‘carnetización’, con la entrega de cédulas en casas de campaña del MAS, con la manipulación del registro civil, con la coacción en provincias y con la presentación de un padrón inflado, lo que en conjunto hace irrefutable el hecho de que el Gobierno no ganó lo que dice que ganó, los coloca en posición tan incómoda frente al balance final, que saber que en la práctica no atesoran lo que dicen atesorar debe ser humillante.

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Entonces, Exeni debió haber sido el paladín de la transparencia y la Corte Nacional Electoral contar con la suficiente autoridad, incluida la moral, para garantizar la legalidad de una elección antes que el sometimiento al Gobierno de turno.

Evo dijo hace poco que los bolivianos debían escoger entre ser fascistas o masistas. Ciertamente, los demócratas no somos ni lo uno ni lo otro, de ahí que antes de catalogar a la gente por cómo piensa, Evo debería ser el primer abanderado para evitar el fraude y, en un acto de contrición, preguntarse cómo se siente ganador cuando se sabe que en Bolivia el padrón electoral está ‘pinchado’.

Si Evo desea seguir en la Presidencia, que gane una elección limpiamente y sin trampa; para ello y para evitar que el timo se imponga en diciembre, Exeni deberá cumplir su rol patrocinando una cruzada nacional para que se encare una auditoría al registro civil de las personas, se lo compare con el padrón electoral y se obtenga uno nuevo donde cada quien esté debidamente identificado. Si no lo hace, llegará el día en que la ley prevalecerá y los culpables serán sancionados como corresponde. Ahí recién se verá quiénes eran los fascistas y masistas, y quiénes los verdaderos demócratas.