El avance de construcciones avasalla el bosque urbano que no sólo alberga fauna y flora sino resguarda a la ciudad de la erosión y las riadas, y le brinda oxígeno.
Fuente: paginasiete.bo
Carolina Méndez / Santa Cruz
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Éste no es un capricho ecologista. No es la romantización de un área boscosa. No es la trinchera de la añoranza. Es la salvaguarda de la urbe cruceña, la defensa contra el fantasma de la inundación. Es núcleo principal de absorción de carbono y la barrera contra los ventarrones. Es el Cordón Ecológico, que frena la erosión y preserva la vida de animales, plantas y ciudadanos. Es el bosque de conservación perforado y blanco de depredación, que pierde 13 hectáreas cada año.
Hay condominios, barrios, edificios, caminos que han deforestado el bosque que protege la ciudad y que, se supone debe ser protegido. El Cordón Ecológico está siendo constantemente avasallado por las urbanizaciones, por la expansión de barrios que ya lo habitan, por basurales que se crean, por los caminos que se abren cortándolo. El tema ha ido empeorando año tras año, podemos decir que la última década fue de una afectación enorme, señala con preocupación la ingeniera y consultora ambiental Sandra Quiroga.
El Cordón Ecológico, legalmente conocido como Parque Ecológico Metropolitano Piraí (Ley N° 2913 de 2004) abarca toda la ribera del río Piraí que se extiende a lo largo de varios municipios del departamento de Santa Cruz: Santa Cruz de la Sierra, Montero, Warnes, Porongo, La Guardia y El Torno.
En la jurisdicción capitalina abarca 1.530 hectáreas y fue denominado Parque de Protección Ecológica (Ordenanza Municipal N° 150/2009), por lo que, se supone, posee un estatus legal de protección que lo habilita sólo para recreación, educación e investigación. En la práctica, pese a éstas y otras normativas que lo blindan, está constantemente amenazado.
Radiografía del Cordón
El Cordón Ecológico cumple invaluables funciones ambientales para la ciudad de Santa Cruz de la Sierra; entre las más relevantes se puede mencionar que protege a la urbe de posibles inundaciones del río Piraí, fija el suelo para evitar la erosión y regula el oxígeno de la ciudad.
Adicionalmente, sus bosques son refugio de una valiosa riqueza de fauna silvestre y de flora nativa. De acuerdo con datos municipales, dentro del Cordón Ecológico viven al menos 12 especies de mamíferos, 24 especies de anfibios, 31 clases de peces, 125 tipos de mariposas y al menos 158 variedades de aves, además cientos de especies de plantas.
El Cordón es imprescindible para Santa Cruz de la Sierra. Protege y brinda servicios ambientales indispensables para la ciudad. Incluso, preserva la salud de los ciudadanos al controlar los vientos. Si se desmonta, se pierde la biodiversidad y se rompen las barreras de protección de una ciudad de más de dos millones de habitantes, alerta el director técnico del Servicio de Encauzamiento de Aguas y Regularización del Río Piraí (Searpi), Luis Aguilera.
Es un grave problema -recalca-. Hasta el año 1997, el Cordón (ubicado entre octavo anillo norte y octavo anillo sur), tenía 198 hectáreas deforestadas, lo que significaba aproximadamente un 16% de afectación. Según la última evaluación que hizo el Searpi el año 2018, la cifra ascendió a 454 hectáreas lo que significa un 38% de desmonte.
Con el mapa del Cordón Ecológico abierto en Google Earth, la ingeniera ambiental Quiroga enseña en la pantalla de su computadora las áreas afectadas. Identifica a los actores involucrados y cuestiona la complicidad de las autoridades que han permitido su depredación.
El espacio verde no sólo es funcional para la ciudad, también es necesario como ribera del río Piraí. Actualmente se está afectando al río a través de la extracción descontrolada de áridos y la contaminación de las aguas provenientes de las lagunas de oxidación, dice la experta.
Cemento por bosque
Paralelamente se está arrasando con el bosque del Cordón. Se supone que al menos un kilómetro desde la orilla del río no se puede tocar; sin embargo, hemos visto la aparición de edificios, la expansión de condominios, la instalación de un hotel lujoso e incluso la construcción de un edificio municipal en pleno Cordón Ecológico. Aquí hay responsabilidades compartidas de las autoridades a nivel municipal y departamental, afirma Quiroga y recalca que no se trata sólo de la amenaza proveniente de un barrio o de vecinos de ingresos bajos que se cobijan en el Cordón, sino también de actores que visten corbata.
Dentro del Cordón Ecológico, está el Curichi La Madre (uno de los pocos humedales urbanos del mundo) que, según la Plataforma por el Medio Ambiente y la Vida, es la prueba de la degradación ambiental que está ocurriendo en la ciudad. En sus terrenos se construyó el edificio Torres Solaris y se erigió el condominio La Floresta, que según mediciones de Quiroga, no ha parado de invadir el bosque.
El año 2003, el área desmontada del Curichi La Madre era de 2,3 hectáreas. Hasta el año 2018 fue casi de nueve hectáreas, precisa el ingeniero Aguilera, refiriéndose con pesar a un espacio de 49,8 hectáreas. Es decir, en menos de 20 años la degradación se triplicó en el área protegida, llegando a afectar el 18% de su superficie total.
10 guardaparques para 1.500 ha
La amenaza sobre la barrera verde del Cordón es como un virus. Va afectando sin descanso y está arrasando con los árboles sin tregua. Michele Lawrence, exsecretaria de Medioambiente del municipio de Santa Cruz, reveló que el año 2008 la Alcaldía creó un cuerpo de guardaparques con 70 funcionarios para cuidar el Cordón, pero que 10 años después, la cifra se había reducido a 10 funcionarios. Una decena para custodiar 1.500 hectáreas.
Es urgente que se proteja el Cordón. Es necesario que las autoridades establezcan controles. No se requiere trabajo de oficina sino trabajo de campo, asevera la ingeniera Quiroga valorizando el trabajo necesario de los guardaparques.
La agenda pendiente
La abogada y activista Eliana Torrico considera primordial establecer cuál es el estado del Cordón Ecológico de Santa Cruz y establecer qué actividades son compatibles para el aprovechamiento del espacio a través de la zonificación.
Pretender que no se toque el Cordón es una ilusión porque día a día se lo afecta. Por ello, considero que se debe hacer un diagnóstico y determinar qué cosas se pueden hacer y en qué espacios determinados. El Cordón no es para pernoctar, pero hay otras actividades más compatibles, de menor impacto ambiental. Por ejemplo, hacer un sendero para que la gente vaya a trotar o torres naturales para que los ciudadanos disfruten del paisaje y tomen fotografías, puntualiza Torrico.
Aguilera coincide con la propuesta, y señala que gobernar de espaldas al Cordón ya no es un camino posible. Es preciso que las nuevas autoridades de todos los niveles se sienten a analizar este tema. Es urgente revalorizar el río y sus riberas, para volver a tenerle respeto, asevera el director del Searpi, quien sugiere la creación de un malecón que conecte a la población con el río y el bosque.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que este tema debe aparecer en las agendas principales de las nuevas autoridades municipales y departamentales, para marcar un punto de inflexión.
El Cordón Ecológico cruceño no es pues un capricho ecologista, sino el garante de una pervivencia segura sin inundaciones atroces, como la ocurrida el 18 de marzo de 1983, cuando el río Piraí sembró muerte y destrucción a su paso. Cuidar el Cordón es haber aprendido de la catástrofe y empezar a comprender que afectarlo es atentar contra la propia subsistencia.
Fuente: paginasiete.bo