“Evo Morales ve fantasmas”. La afirmación no parte de ningún uniformado/amotinado ni político opositor, sino del ex prefecto oficialista de Cochabamba, Rafael Puente, quien ha cuestionado las declaraciones “afiebradas” de los voceros del gobierno sobre la huelga policial, que tratan de imponer la versión de un supuesto “golpe de Estado”, probablemente como excusa para la adopción de medidas represivas manu militari.
Mientras tanto, una de las integrantes del “afiebrado” gabinete, la ministra de comunicación Amanda Dávila, acaba de despacharse una frase de antología, afirmando que los policías “están torturando psicológicamente al presidente”.
Cualquiera habría creído precisamente lo contrario: que es Evo Morales quien “tortura psicológicamente” a los bolivianos, cada vez que insulta y descalifica a sectores enteros de la población.
¿Qué hay, entretanto, del “afiebrado” presidente?
Luego de ocultarse durante días en lugar no determinado apareció hoy en un acto de la CSUTCB, central campesina controlada por los cocaleros, rodeado por funcionarios públicos llevados hasta ese mitin de forma “espontánea”.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
En ese foro volvió a acusar a los policías y a la “derecha” de gestar un movimiento golpista, alegando -confesando- que su gobierno realiza escuchas telefónicas y “lo tenemos todo grabado”.
Para más datos, el Jefazo confesó también que su régimen llevó a cabo un seguimiento de los periodistas que cubrieron la anterior marcha indígena.
Este es el gobernante que habla de “defender la democracia”.
¿No sería más simple, en vez de convulsionar al país con su intransigencia, recortar los proyectos de gasto superfluo en satélites, palacios y aviones, y destinar algo más de presupuesto para seguridad ciudadana?
¿O será que Evo está peleando contra sus propios fantasmas, luego de haber llegado al poder mediante el derrocamiento de dos presidentes constitucionales?