Bolivia. La Fiscalía de Cotoca liberó al joven de 22 años ante la tenaz oposición de la familia. El padre, el ministro de la comunidad Bélice y otros implicados serán citados.
Enjaulan a menonita por desoír reglas de colonia
Menonita enjaula a su hijo. En la colonia menonita Bélice, ubicada en Santa Cruz, un padre de familia mantuvo encerrado a su hijo de 22 años durante 13 semanas, en una celda portátil, por ‘mal comportamiento’. La Fiscalía citó al padre a una audiencia y trasladó a Cotoca al joven, que había sufrido similar vejamen en 2011.
El Deber, Santa Cruz, Bolivia
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La Fiscalía de Cotoca rescató ayer a un joven menonita que vivía encerrado desde hace más de tres meses en una jaula metálica en su propia casa, como castigo por romper las reglas impuestas por los jerarcas religiosos de la colonia Bélice. La intervención de los administradores de justicia encontró la tenaz oposición de la familia, especialmente de David Knelsen Wieler, padre del muchacho, que intentó sin éxito retener a un policía en represalia por haber liberado a Johan Knelsen Friessen (22), uno de sus 11 hijos.
El progenitor y el ministro de la comunidad, Jacobs Enns Thiessen, supuestamente el promotor de la sanción, afrontan cargos por privación de libertad, reducción a un estado análogo a la esclavitud y otros delitos.
La violación a los derechos fundamentales de Johan fue constatada por el fiscal Guillermo Alonso Claros, el policía Ricardo Arias y el abogado Wilson Vílchez, en una inspección ejecutada en virtud de una denuncia de E.D.W., que solicitó la intervención en el domicilio del afectado, que ha sido sometido por segunda vez a este tipo de abuso en poco menos de un año.
“Estoy aquí desde hace tres meses y una semana. Ellos quieren que esté un año, pero yo no quiero, quiero salir”, expresó Johan a las autoridades desde su celda móvil de poco más de 1,80 metros de altura y alrededor de dos metros de ancho, en la que dormía, se alimentaba y hacía sus necesidades fisiológicas.
Dependiendo del clima y en horarios convenientes para evitar el ojo de los curiosos, Johan eran jalado al patio de la casa para asolearse un poco. Luego el calabozo con ruedas volvía a su lugar, donde corrían unas cortinas para mantenerlo oculto.
¡Libre! Momento en que el cabo Ricardo Arias saca a Johan de su encierro, una jaula de poco más de 1,80 metros de altura. A la derecha, otra vista de su calabozo
¿Cuál fue el pecado de Johan? Según él, su error fue ir a trabajar en la hacienda de un ciudadano brasileño, ubicada fuera de la colonia. Asimismo, admitió que le gustaba administrar el dinero que ganaba, usar teléfono celular y escuchar música, prácticas prohibidas en la colonia Bélice, una de las comunidades religiosas más conservadoras de los menonitas que viven en Santa Cruz, situada a 120 kilómetros al este de la capital cruceña.
La comitiva llegó a las 13:00 al domicilio, sorprendiendo a David Knelsen, que se encontraba en sus quehaceres con tres de sus hijos, de entre 15 y 18 años. El padre fue informado de que su hijo Johan iba a ser retirado de su encierro y este se opuso indicando que solo el ministro de su colonia tenía esa facultad.
Mientras trataba de justificar el encarcelamiento de Johan, David hablaba con sus otros hijos en su idioma. Inmediatamente uno de los adolescentes montó un caballo y salió a toda prisa, aparentemente a notificar al jefe religioso o tal vez a poner en alerta al resto de la comunidad.
Entretanto, Johan relataba a los medios de prensa su particular historia y era constantemente interrumpido por su padre y su hermana que en su idioma, al parecer, le decían que se callara.
“Yo quiero salir ahorita, pero… no (mi padre) quiere que hable. Estoy aquí tres meses y una semana…yo salí a trabajar con una cosechadora donde un brasileño y estaba descansando cuando vinieron mis hermanos a buscarme”, manifestó el joven.
El policía Arias desatornilló los dos pernos de la jaula y abrió la puerta. El muchacho, confundido por lo que pasaba y manifiestamente indeciso ante las advertencias enérgicas de su padre se quedó inmóvil dentro de la jaula, hasta que el agente lo obligó a salir.
La liberación de Johan ocasionó una histeria total en su hermana y en dos de sus hermanos menores, que parecían apoyar la posición del progenitor. Se agarraban la cabeza, lloraban y gritaban desesperados, mientras el padre había ido a conseguir una cuerda para atar la tranquera con el fin de impedir la salida del vehículo en el que fue subido el joven.
La intención del papá era que las autoridades esperaran a que llegue el ministro, hecho que no ocurrió en el transcurso de media hora y más bien derivó en forcejeos y conato de agresión de parte del progenitor al policía y a un camarógrafo de una red de TV, pues el hombre no se resignaba a dejar ir a su descendiente.
Al final, el muchacho fue rescatado, el fiscal Claros lo trasladó a la Policía de Cotoca, donde comprobó que el 15 de julio de 2011 otra comisión rescató al mismo joven de un encierro que duró varias semanas. Esa vez se denunció el caso, pero la investigación se quedó en medio camino.
El fiscal dijo que citará al padre, al ministro y a los que estuvieran implicados en la privación de la libertad de Johan.
Por ‘saborear’ lo mundano
En situación parecida. La persona que denunció el encierro del joven Johan Knelsen Friessen reveló al fiscal Guillermo Alonso Claros que en el campo 59 de la misma colonia Bélice otro menonita se encuentra cautivo por infringir las normas internas.
Operativo. La intención del Ministerio Público era rescatar a las dos víctimas ayer, pero no hubo tiempo. Por lo tanto, se programará una incursión en breve.
Expectantes. Menonitas vecinos de la familia Knelsen Friessen presenciaron desde lejos la intervención de la Fiscalía. Varios conocían la situación del joven recluido, pero optaron por el silencio. Miembros de otra colonia avisaron a las autoridades.
Cobijo. Johan Knelsen ayer iba a ser trasladado a la capital cruceña para ser acogido por una familia religiosa mientras la justicia decide su situación.
Penas. Según datos, los robos y otras faltas dentro de la colonia se castigan con trabajos y en casos extremos con encierros.
Antecedente. Hace más de dos años, en la colonia Bélice, murió Franz Klossen Wieler de una golpiza supuestamente por estar implicado en violaciones a mujeres menonitas. En la comunidad indicaron que fue castigado a pedido de su esposa, que afirmó haber soportado maltrato.
Hacen justicia por mano propia
Juan Carlos Salame / Abogado
Las leyes bolivianas son aplicables a todos los estantes y habitantes de este país, por lo tanto no se puede sancionar según usos, costumbres o preceptos de una colectividad, en este caso, menonita. La sanción tiene que ser a través de nuestras leyes, porque todos estamos sometidos a la Constitución Política del Estado, esta es la supremacía de las leyes y normas.
La forma en que este joven está siendo castigado por su comunidad se llama justicia por mano propia. La Constitución Política del Estado, en su artículo 15, establece que toda persona tiene derecho a la vida, a la integridad física, sicológica y sexual. Los artículos 22 y del 114 al 120 garantizan sus derechos, y estos han sido violentados. También el artículo 410 le favorece, pues señala que todas las personas naturales o jurídicas, así como órganos públicos e instituciones se encuentran sometidos a la Constitución.
Si nos vamos al Código de Procedimiento Penal, el artículo 6 establece la presunción de inocencia.
De igual forma el art. 1 del Código Penal habla de que este código se aplicará a los delitos cometidos en el territorio boliviano o en zonas o lugares de su jurisdicción, y este hecho ha sucedido en Bolivia.
Ellos (colectividad) han incurrido en varios delitos por más que tengan sus propias formas de sancionar, según su cultura o religión, primero están nuestras leyes. Incluso si la persona no vive acá y está en tránsito, está sometida a las leyes bolivianas. Tal situación favorece a este joven en materia jurídica, puesto que le están ocasionando más daño del que él supuestamente cometió.