La mala fama de Bolivia


Mauricio Aira

mauricio_aira2.JPG Había tomado el taxi desde el Hotel Europa para regresar a casa. El taxista, hombre de color, me preguntó que de qué país venía. "Soy boliviano aunque vivo en Suecia hace mucho". Ajá, boliviano, replicó el hombre llegado de Somalia no hace mucho tiempo, de modo que prefirió hablarme en inglés que no en sueco… "Bolivia es un país interesante aunque igual que mi país Somalia no tiene gobierno…". Me sorprendió que este humilde inmigrante opinara lo mismo que mi cordial amigo Humberto Vacaflor. "Es que Bolivia manda cocaína al mundo entero" y me sorprendió por segunda vez.

Y es que la fama de nuestra querida Patria está por los suecos; el somalí habló sin parar durante 15 minutos, describió que no había lugar en el mundo donde no se oyera hablar de la cocaína proveniente de Bolivia y la forma de camuflarla con cerámica, con telas, con muñecas, con madera y hasta con fierro y metales. Esa cocaína también llega a Somalia, para el consumo por los señores de la guerra, para referirle a los conflictos internos que hacen de Somalia un país ingobernable, sin representación ante el mundo, sin gobierno constituido "es que no queremos pagar impuestos, como se paga aquí en Suecia" y mi taxista se ríe con todas sus ganas, añadiendo "es que no somos tan tontos como los suecos".



El resto de la tarde me la pasé pensando, cómo es que la mala fama de Bolivia se ha expandido tanto que cualquier habitante en éste caso del África sabe que Bolivia tiene muchas riquezas, pero sobretodo tiene cocaína… esa droga maldita que envenena el alma en tantos lugares del mundo.

Y la reflexión se profundiza, si este hombre, me refiero al dirigente cocalero, tuviera un mínimo de amor por Bolivia, haría todo lo posible para convencer al mundo que él mismo nada tiene que ver con la droga. Y cuando veo en la prensa mundial que NNUU informan que Bolivia provee de droga a México, que Brasil sufre de una avalancha de la cocaína con que Bolivia llena las favelas… que Chile, Argentina y Paraguay tienen que extremar recursos para frenar el auge de la producción de la droga… entonces caigo en la conclusión de ser el mismísimo Evo Morales el mayor impulsor de la producción de cocaína.

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Se podrá pensar que resulta inadecuado culpar al jefe del Estado del mayor delito que comete Bolivia de cara al mundo, pero entonces cómo explicar que desde hace ya tres lustros Evo impulsa la producción de coca, aún cuando se sabe que el 95% de la producción del Chapare se destina a la elaboración de cocaína, la prueba mayor es que desde su llegada al poder la producción está casi triplicada y que expulsó a la DEA que les pisaba los talones a los "pichicateros", como se los llama a los narcos en el lenguaje popular.

Se dirá que nunca como antes hay represión aunque no cae ningún pez gordo. Los pichicateros son dueños del Chapare y merced a los cocadólares han expandido su poder a las grandes ciudades como Cochabamba, Santa Cruz, Oruro y por supuesto El Alto y La Paz, donde penetraron en su economía y han comprado fábricas, hoteles, edificios, controlan el transporte y el dinero que proviene de la cocaína está camuflado o "lavado" en bancos y comercios de toda la Nación, causándole un tremendo drama.

Si tan sólo dejara EM de alentar la producción de hojas de coca, si pudiera explicar que la cocaína no es buena para la Nación… que es un veneno, que es mortal para la salud física y espiritual de los drogodependientes que resultan del consumo de cocaína… pero no, estos parten del principio "si ganamos plata qué importa, que se jodan los gringos", olvidando que el consumo interno ha crecido tanto que miles de jóvenes bolivianos están afectados por la droga y que el narcotráfico está incidiendo en la inseguridad ciudadana, en la corrupción, en los altos índices de criminalidad… de modo que sí, el taxista somalí que me trasladó a casa tenía razón: "la cocaína boliviana está en todo el mundo".