Si el precio del petróleo baja y la producción nacional también, tendremos graves repercusiones en lo social, político y económico.
Con el anuncio oficial de la caída de ingresos por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) en dos mil cuatrocientos millones de bolivianos, respecto a los ingresos con que ha cerrado la gestión 2008, la crisis ha comenzado a pasar una dura factura a la economía del país. De entrada, los primeros afectados con la merma de los ingresos serán Beni y Pando y los departamentos productores de hidrocarburos, lo que pondrá en serio riesgo la ejecución de grandes y pequeños proyectos comprometidos con la población, tanto a nivel de las prefecturas como de municipios. Asimismo, las exportaciones sufrirán un nuevo gran revés
El Gobierno ha tratado de minimizar los efectos de la crisis que se perfila. El propio ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce, ha señalado que el descenso de precios del petróleo en el mercado internacional ocasionaría en el país un impacto de apenas 17 por ciento, y que le parecía de escasa magnitud. Sin embargo, nada se ha dicho sobre la producción de hidrocarburos en el país, cuya subida o bajada depende en sumo grado de las inversiones a desarrollar en el ramo petrolero. Que se sepa, no hay tales inversiones y tampoco previsiones para invertir por parte de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos.
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Esto quiere decir que los efectos de la crisis serán de mayor magnitud que la anunciada. Lo lamentable de todo este panorama desalentador, es que poco o nada se ha hecho desde el Gobierno para paliar los efectos. Hasta ahora no se han dado señales de una reactivación concreta de YPFB, que es el punto nodal para que la producción de hidrocarburos mantenga su nivel. Si el precio del petróleo sigue bajando y la producción nacional también, como es la tendencia, pronto nos veremos en figurillas y con graves repercusiones en el campo social, político y económico. De hecho, todo indica que vamos a la pendiente.
En el terreno práctico, los municipios más pequeños sufrirán grandes recortes que no podrán resolver por no tener otras fuentes de financiamiento fuera del IDH. Los municipios más grandes y las prefecturas, con la caída de los ingresos por el IDH, se verán obligados a suspender o demorar proyectos de contrapartida, especialmente en infraestructura caminera, mientras que los ingresos por regalías salvarán de la inercia a las administraciones locales. Las pérdidas para los municipios por esta merma ascienden al 30 por ciento, Ya que de 2.426 millones de bolivianos recibidos en el 2008, se recibirán este año sólo 1.700 millones
Por otra parte, es asunto sabido que la pérdida de los mercados por la suspensión de las preferencias arancelarias hacia Bolivia por parte de Estados Unidos, ha afectado al sector exportador. La Confederación de Empresarios Privados ha advertido que las exportaciones nacionales podrían descender este año hasta un 40 por ciento como consecuencia de la crisis financiera internacional y por ello ha propuesto al Gobierno una alianza público-privada para elaborar una agenda anticrisis y de desarrollo económico. El Gobierno, pecando de insensible, no ha respondido hasta ahora como lo exigen las circunstancias, cuando es imperioso que lo haga. De hecho, todo indica que hará las cosas a su aire.