Carlos Toranzo Roca
La Constitución no lo avala, la ética tampoco, Evo Morales está impedido por la ley a ser candidato a la Presidencia del Estado. Además, la aprobación de la nueva Constitución fue posible gracias a un acuerdo político en el cual se inscribía la prohibición de la reelección del presidente Morales.
La última encuesta de IPSOS dice que 59% de la gente no está de acuerdo con la reelección de Morales. Las buenas democracias aconsejan la alternancia en el poder. Pero no la hay en Cuba, no existe en Venezuela, como tampoco la hubo en la ex Unión Soviética, ésa que creció con la Revolución de 1917. ¿Pero acaso estas últimas eran democracias?
No, los regímenes revolucionarios no engendran democracias, antes bien, dan lugar a gobiernos autoritarios. Y en general los gobiernos dominados por líderes fuertes o por caudillos no alcanzan la estatura de democracias; muchos de esos gobiernos caudillistas han llegado al poder por la vía del voto, con una alta legitimidad electoral, pero el ejercicio de gobierno los va trocando en gobiernos autoritarios. Y Bolivia no es ninguna excepción, pues el Gobierno emergió de una alta legitimidad electoral, pero poco a poco el ejercicio de gobierno fue mostrando una cara autoritaria del régimen.
Qué le importa a Morales que la Constitución le prohíba su reelección, qué le interesa la ética de los acuerdos fundacionales de esa Constitución; lo que importa al régimen ahora es la reproducción del poder, el poder por el poder, pues incluso los valores que pregonaba, ésos que vendió a la población en 2005, esos valores se han esfumado, se los ha llevado el poder al rincón de los recuerdos.
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¿Dónde está la defensa de la Madre Tierra, dónde quedó la lucha contra la corrupción, dónde está la defensa de los sectores populares, dónde está la necesidad de alejar a los militares de la política, dónde está la austeridad, dónde está la sencillez?
Cuando las revoluciones –y ésta fue una revolución lograda por el voto que quería castigar a los viejos partidos- pierden sus valores, ¿qué les queda? Sólo manejar el poder, usarlo discrecionalmente, servirse del poder para el beneficio propio. ¿No es eso lo que estamos viendo cada día en los últimos años?
Por eso, a la hora de hablar de las candidaturas para las próximas elecciones presidenciales, intuimos, sabemos que se presentará Evo Morales, ya lo ha dicho decenas de veces, pero afirmando que su presentación es legal, constitucional, cuando no lo es. ¿Se acuerda de la ética de los pactos? No, eso no le interesa un céntimo. Su soberbia es más grande que le hace creer que él está sobre la ley, simplemente actúa así porque las leyes no le interesan, son un saco de fuerza para el manejo discrecional del poder. Los caudillos no aceptan el estado de derecho, no respetan las leyes, ni siquiera las leyes que han sido hechas por sus regímenes; de esa familia es Morales.
¿Le importa algo que hoy día 60% de la población encuestada por IPSOS no quiera su reelección? No le interesa, pues los caudillos todopoderosos se miran exclusivamente en su espejo’ “¿espejito, espejito, quién es el dios del universo?”. Y la respuesta del espejo es ya conocida. Pero no sólo el espejo le genera su imagen de Dios, sino que todas las voces de su entorno, todas las palabras de sus obsecuentes son para endiosarlo porque es una buena inversión endiosar al caudillo, pues ésa es la única forma de subir en la escalera del poder.
La historia dice que en regímenes caudillistas, los críticos salen del poder, lo pierden, van al exilio, al ostracismo y a veces más lejos. También es esto lo que estamos viviendo con este régimen.
Pero la aritmética de las encuestas dice que 60% de los consultados no quiere la reelección de Morales. Pero eso es una cosa y otra muy distinta que él pierda la próxima elección. Morales todavía tiene adherentes, tiene inmensos recursos económicos para la propaganda, para la compra de votos, tiene a la justicia de su lado, puede llevar a la cárcel a quien se le presente como oponente.
Pero el capital más grande que tendría a su favor es que la oposición no se una; esa unificación es muy difícil. Pero si el ciudadano no quiere la reelección de Morales, debe concentrar su voto en un solo candidato, en el más viable, en cualquiera que sea el viable para vencer a Morales. Sólo de ese modo se podrá oxigenar la democracia en Bolivia.
Página Siete – La Paz