Cuando el día de hoy la ONU finalmente se decidió a aprobar una resolución condenando las matanzas de la dictadura de Bashar Al Assad y reclamando una transición democrática en Siria, sólo cuatro países de América Latina votaron en contra y se pusieron al lado del gobierno de Damasco: Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua.
No les importó a los integrantes del ALBA que el régimen sirio sea responsable de más de 17.000 muertos en el último año, que los principales organismos de derechos humanos del planeta emitan su alarma sobre los graves abusos que se están desarrollando allí ni que Al Assad amenace con usar las armas químicas que están en su poder.
En el bloque chavista, tan sólo Ecuador tuvo vergüenza de oponerse y optó por la abstención.
Sucede que Siria es el único integrante extrarregional del ALBA y Hugo Chávez ha manifestado con reiteración su respaldo a la tiranía siria.
En cuanto a Evo Morales, en el 2011 envió a su entonces ministro de información Iván Canelas como emisario a Damasco, como portador del apoyo del gobierno boliviano.
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Esta es una cuenta más en el largo rosario de las “relaciones peligrosas” de Morales, que parece preferir como socios a los dictadores antes que a los gobernantes democráticos.
Recordemos, por ejemplo, su relación de larga data con el extinto Muammar Gaddafi, que financió al ahora mandatario cuando sólo era un dirigente cocalero.
O su cada vez más intenso vínculo con el régimen fundamentalista de Irán, país que podría estar detrás del uranio boliviano para su plan nuclear bélico.
Dime con quién andas y te diré quién eres…