El anuncio gubernamental sobre la aplicación de un impuesto al cambio de dólares generó una importante incertidumbre, no sólo en el sistema financiero sino en la ciudadanía en general, habituada desde la crisis hiperinflacionaria de los ´80 a “blindar” parte de sus ahorros en esa moneda.
En diálogo con eju, el gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, resaltó que para el sector exportador la medida “provoca más dudas que certezas”.
El economista se preguntó por qué el nuevo tributo será pagado por los intermediarios (entidades financieras y casas de cambio) y no por los compradores, si es que el propósito es la “bolivianización”, como han declarado voceros oficiales.
“También nos extraña que se exima al Banco Central de Bolivia (BCB) del pago del impuesto, con lo cual tenemos un juego financiero con dos reglas diferentes, una para los privados y otra para el Estado”, dijo.
Rodríguez agregó que, en ese marco, los privados se verán desincentivados y podrían ir dejándole progresivamente el mercado cambiario “a un solo operador”: el Estado.
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Le preguntamos si este “refuerzo de la bolivianización” podría estar buscando compensar un debilitamiento de la moneda nacional, por una expansión de la masa monetaria generada por mayor impresión, a lo que el gerente del IBCE respondió que “el nivel del gasto público es tal” que puede darse esa situación.
Similar opinión tiene el analista Carlos Chalup, para quien el impuesto apunta “a que los dólares estén cada vez menos en manos de la gente y cada vez más en las del Estado”, lo que se convertiría en un primer paso hacia un futuro control de cambios.
Por su parte, el ex presidente del BCB, Armando Méndez, subraya la intención de “aumentar las recaudaciones al fisco”. Se estima que el impuesto transferirá del sector privado al público 675 millones de Bs., lo cual nos lleva otra vez al punto: un Estado que trata de usar las operaciones cambiarias para cubrir sus propios gastos.
Lo cierto es que la medida provoca incertidumbre, lo que nunca es bueno para el sistema financiero, además de recordar el camino seguido por países “modelo” o aliados del gobierno, como Venezuela o Argentina, lo que lleva a interrogarnos si la administración de Evo Morales estará pensando en seguir sus pasos.
En el caso venezolano, el régimen de Hugo Chávez implantó un estricto control de cambios, con monopolio del Estado; mientras que en el argentino han proliferado las trabas burocráticas para que los ciudadanos puedan comprar dólares.
Esperemos que el gobierno no esté buscando la manera de perforar la delicada ingeniería monetaria y cambiaria pos-UDP, que ha garantizado la estabilidad macroeconómica del país por más de un cuarto de siglo…