Mientras Julian Assange lucha por quedarse en Gran Bretaña, Suecia está indignada de que haya menospreciado uno de los sistemas judiciales más respetados del mundo y cuestionado a un país reconocido por recibir a refugiados políticos, no por extraditarlos.
Las acusaciones de Assange, dadas durante el discurso en la embajada ecuatoriana en Londres, enfurecieron a muchos en Suecia, que dicen que las historias de dos mujeres que hicieron las denuncias de delitos sexuales han quedado en segundo lugar frente a teorías no comprobadas de una conspiración liderada por Estados Unidos para extraditarlo sin ayuda de aliados en Europa.
"Assange ha evolucionado en una persona megalómana con buena retórica, que parece tener poco contacto con la realidad", dijo el diario sueco Svenska Dagbladet tras el discurso en el balcón.
Otro periódico, Dagens Nyheter, dijo que el proceso legal debía seguir adelante y defendió a Suecia como un país que se atenía a la "ley".
Después de que Ecuador otorgó asilo a Assange, el ministro de Relaciones Exteriores sueco, Carl Bildt, escribió: "Nuestro sistema legal y constitucional firme garantiza los derechos de todos y cada uno. Rechazamos firmemente cualquier acusación que diga lo contrario".
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Junto con otros países nórdicos, Suecia se considera a sí mismo como un paraíso legal y ha recibido a miles de refugiados de dictaduras de América Latina en la década de 1970.
El reporte del 2011 del Índice del Proyecto de Justicia Mundial ubicó a Suecia primero de 66 países en cuanto a los derechos legales fundamentales.
Reuters