Alberto Bonadona¡He aquí un nuevo impuesto, como si la estructura impositiva no fuera ya lo suficientemente complicada! En breve se lo aprobará y como varias medidas del Gobierno, que no se explican con claridad, genera muchas confusiones.El anuncio que se hizo de este gravamen, primero, parecía afectar a toda transacción de compra y venta de dólares a través de entidades financieras y de casas de cambio. Segundo, parecía que eliminaba parcialmente el control de los precios del tipo de cambio en la franja de un piso de 6,86 y un techo de 6,96 dentro de la modalidad de flotación sucia adoptada por el Estado boliviano. Tercero, se mostraba como una medida de bolivianización primordialmente.Pasado el bullicio que causaron muchos portavoces oficialistas, las explicaciones del ministro de Economía, Luis Arce, dejan en claro que sólo se aplica a la venta de dólares y no así a la compra. Tampoco modifica la escala de paridad del boliviano con el dólar. Deja intacto el piso y el techo mencionados, así como el punto adicional para vender y el punto menos para comprar que se les permite a las entidades autorizadas a realizar estas operaciones.Finalmente, no se la muestra como una medida exclusiva para acentuar el uso de la moneda nacional, sino que los fondos recaudados con este nuevo impuesto servirán para financiar, entre otros propósitos, la empresa militar de construcción de carreteras y el teleférico de La Paz.No obstante, es necesario sintetizar las explicaciones y los montos que captará este nuevo impuesto. La aplicación controlada de acuerdo a las normas que fijan la banda de precios de compra y venta del dólar reducen las ganancias obtenidas por estas operaciones en 41%. Esto es, si antes bancos y casas de cambio ganaban 120 bolivianos por cada vez que compraban y vendían 1.000 dólares, ahora sólo obtendrán 71 bolivianos. El saldo de 49 bolivianos es el valor del impuesto de siete dólares por cada 1.000 vendidos.De acuerdo con los datos mencionados por el referido ministro, las entidades que compran y venden dólares captaron en un año, supongo en 2011, la suma total de 575 millones de bolivianos, equivalentes a 83 millones de dólares. Con el impuesto el Estado se llevará cerca de 34 millones de dólares y los bancos y casas de cambio compartirán 49 millones. Ciertamente, con estas transacciones debidamente controladas el techo y el piso de la franja cambiaria no se modifica y no afecta a nadie, salvo a las utilidades explicadas.Desde esta perspectiva el impuesto, aparte de enredar más la estructura impositiva, cobra un dinero que se ha estado obteniendo sin mayor esfuerzo por las indicadas instituciones financieras gracias al “spread” de 12 centavos de boliviano inserto en la banda cambiaria. O sea, es resultado de una medida administrativa estatal que ha generado un ingreso bruto de 83 millones de dólares el año pasado y del cual recién el Estado reclama el 41%. La pregunta es: ¿por qué sólo se lleva este monto y no el 70% u 80%? Página Siete – La Paz