Por primera vez a lo largo de la campaña, Hugo Chávez reconoció que las elecciones presidenciales del 7 de octubre serán apretadas. "Nosotros, a estas alturas, estamos ganando las elecciones. Yo no digo que cómodamente, no, pero estamos ganando", afirmó anteanoche en un acto cerca de la capital venezolana.
"Ahí están las empresas serias que lo dicen, pero yo aspiro a más para darle una lección al candidato jalabola [adulador]. Y para darle al mundo una poderosa señal de la fuerza que tiene la revolución bolivariana", enfatizó el mandatario.
El comentario coincidió con la difusión de dos encuestas (una de Consultores 21 y otra privada para el movimiento Alianza Bravo Pueblo) que otorgan una ventaja de tres puntos a Henrique Capriles.
Pero la mayoría de estos sondeo s, incluidos los "serios" citados por Chávez, perdieron credibilidad, arrastrados por la guerra de encuestas.
El propio presidente habría puesto en duda a las firmas de tendencia oficialista, que insisten en un triunfo de más de 20 puntos.
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Según supo La Nación, ambas campañas manejan datos semanales que confirman una ligera ventaja de Chávez, pero con el candidato opositor creciendo y pisándole los talones cuando todavía faltan 35 días para los comicios.
Los sondeos todavía no determinaron si la "semana horribilis" de Chávez a fines de agosto (que incluyó la matanza en la cárcel de Yare, la caída de un puente, fuertes inundaciones, una rebelión sindical transmitida en directo por televisión y la tragedia de la refinería de Amuay) tendrá impacto en la postura electoral de los indecisos.
Sabedor de estas circunstancias, el mandatario venezolano se esforzó una vez más por intentar seducir con mayor intensidad a los sectores "medios, indecisos y confundidos", en referencia a la clase media y a los famosos ni-nis (ese 20% que todavía no decidió su voto en un país ultrapolarizado), a quienes Chávez rebautizó los "atemorizados o descontentos".
Para ellos y para el resto de sus votantes, el líder revolucionario repitió sus metáforas de boxeo.
"Hagan lo que hagan, digan lo que digan, manipulen lo que manipulen, nadie les salvará del nocaut fulminante el 7-0 [el 7 de octubre]."
Cuando Chávez se ve en apuros, radicaliza sus discursos: sube la temperatura del termómetro populista, eleva las soflamas patrióticas e insulta con saña a sus rivales.
Así fueron las dos horas intensas del mitin de anteanoche, animadas también con fervorosas intervenciones de sus seguidores. "Quien no sea chavista es traidor a la patria", alardeó uno de los sindicalistas presentes en el acto.
Al término de la campaña electoral más reñida de la historia reciente de Venezuela, dentro de un mes, este mitin disputará su lugar en el top ten de las ocurrencias electorales.
Chávez no tuvo el menor rubor en unir su destino al del planeta: "El mundo sabe que aquí en Venezuela se libra una batalla [electoral] de la cual depende en buena manera el futuro de la humanidad. ¡Y no estoy exagerando nada!".
"Es una batalla entre la bestia imperialista y el proyecto humano, el proyecto socialista, la esperanza de la especie humana", añadió.
El presidente además pidió a los trabajadores reunidos en el acto que desenmascararan "el programa neoliberal" de Capriles y alertó sobre supuestos planes opositores para cometer fraude en los comicios.
Vanidades
Al otro lado del ring electoral, Henrique Capriles criticó la vanidad de su rival: "Cuando dice que lo único importante es él; imagínese, decirle a Venezuela eso". "Se equivoca. Aquí lo importante son ustedes, es el pueblo", sentenció.
El candidato opositor endureció su discurso en los últimos días, sabedor del momento crítico que pasa el gobierno: en su comando de campaña se cree que el crecimiento del apoyo a Chávez se estancó.
Luego de un descanso forzado por los tres días de luto nacional por las casi 50 víctimas del incendio de la refinería de Amuay, el sábado pasado, Capriles retomó esta semana su maratónica gira, que lo ha llevado a recorrer casi 200 pueblos. Ayer, le tocó el turno al estado de Carabobo, gobernado por la oposición y donde fue aclamado por una multitud.
El líder bolivariano, en cambio, reapareció al cabo de un viaje a la península de Paraguaná, donde visitó Amuay.
Luego de una reunión ministerial transmitida por radio y televisión, defendió la gestión de la petrolera estatal Pdvsa en esa planta e informó de la extinción del incendio.
Nada se sabía del candidato oficialista en las últimas horas. Compareció con peor semblante del habitual, con la cara muy hinchada y los ojos empequeñecidos.
Su aspecto no mitigó, sin embargo, su verbo incendiario. Irritado, fuera de sí, insultó a Henrique Capriles en al menos once ocasiones.
"Jalabolas eres tú, majunche [mediocre], jalabolas del imperialismo, jalabolas de la burguesía, de los vendepatrias, irresponsable. Tienes el primer premio al jalabolismo", disparó.
Y remató, en busca de la connivencia de sus partidarios, que lo aclamaban como si fueran los barrabravas de un equipo de fútbol: "Ay, majunche, tú no sabes con quién te has metido. ¡Tú te estás metiendo con la dignidad de los trabajadores de la patria!".
Jalabolas, una palabreja tan repetida como poco edificante, que se convirtió en protagonista involuntaria de la campaña. Capriles la puso sobre el escenario al comprometerse el miércoles con un grupo de trabajadores "a no obligar a los empleados públicos a ponerse la camisa de ningún color".
"Yo no quiero trabajadores serviles a mi persona, sino al servicio de Venezuela. Nosotros no queremos trabajadores jalabolas", dijo.
El número de votos de cada uno se conocerá recién la noche del 7 de octubre. Pero en el uso y abuso de la palabra jalabolas, Chávez ya se ha impuesto de forma muy cómoda y contundente a su rival.
La Nación – Buenos Aires