Daniel A. Pasquier RiveroLa metáfora se utiliza para facilitar la comprensión de una situación real o sugerida mediante un concepto más sencillo o más evidente. Una ruta de sangre, evidentemente, no se refiere al Mar Rojo ni el río Amarillo recién teñido de rojo por la contaminación de sus aguas. Valga la aclaración para evitar malentendidos o necesidad de rectificaciones, hoy tan de moda.La Paz bloqueada, ¿se imaginan? Se abrió el averno, ¿otra vez? Imagino la sorpresa de muchos altiplánicos que sin convicción votaron por el MAS solo con el ánimo de descansar de tanta zozobra. El “Zorro” Sánchez Berzaín se encargó en una entrevista de PAT de recordar el largo historial de descalabro, bloqueos, revueltas, secuestros y asesinatos que condujeron a octubre del 2003. Los autores y actores están, estuvieron o andan alrededor del actual gobierno. Con ellos en el poder se presagiaba mayor tranquilidad y paz social. Nada de eso ha ocurrido.Sangre de mineros. Siglos de lucha contra imperios, no romanos, sino indígenas y coloniales, para continuarla en época republicana y durante el estado pluri. ¿Nadie los ha atendido nunca, nadie los ha entendido o, no hay quién les dé contento? El resto del país, espectador y siempre afectado, porque el método preferido para reivindicar pretensiones es la violencia. Carros llenos de dinamita, su herramienta de trabajo, con el que han nacido y crecido, que manejan con la destreza y el riesgo del suicida. No pasa tumulto sin sumar algunos dedos perdidos, cuando menos.Si los precios internacionales están altos, como ahora, quieren la propiedad de las minas o de su producto. Para ello, atropellan cualquier acuerdo, contrato o concesión, sea de parte del Estado o entre privados. Si los precios se deprimen no aceptan la reducción de personal, el ser despedidos, como en cualquier otra actividad económica que se rige por las leyes del mercado, sea país socialista o capitalista. Los altibajos se agravan como consecuencia de las políticas en el área, carentes de visión y de patriotismo para emprender y desarrollar una industria con tanta riqueza natural que permita su explotación de forma eficiente y sostenida. No se cumple algo sencillo y fatal: en época de vacas gordas hay que prepararse para la época de vacas flacas, que llega, fatalmente. Entre 1980-85, en plena depresión de precios, se despidió e indemnizó, generando el fenómeno llamado “relocalización” y secuelas. Del 2005 al 2012, con precios cerca del cielo, pero ahí están las consecuencias Huanuni, Mallku Khota, Colquiri, etc. Nada cambia.Sangre indígena. Los restos de los pueblos originarios, de nuevo en la lucha por conquistar en la realidad lo que el texto constitucional señala con claridad. Siendo parte constitutiva del Estado Boliviano sus derechos les son escamoteados, las ventajas del progreso les hace lances y las promesas de bienestar tienen un costo inaceptable: la extinción de unos, para desarrollo de otros. Es el caso Tipnis, donde residen al menos tres pueblos, que deben dar paso a una carretera a favor de cocaleros colonizadores multiculturales. La transformación del medio tiene tintes de genocidio y, a pesar de todo, el gobierno de discurso indigenista, sin medir consecuencias. ha dicho que el Tramo II de esa carretera se hará “sí o sí”.La solidaridad de todos los bolivianos sin compromiso político partidario trata de evitar este sacrificio. Se han planteado las alternativas técnicas al trazado del proyecto; se han hecho los reclamos legales, judiciales, dentro y fuera del país. Las voces se levantan a favor de un Referéndum Nacional para definir el futuro de éste y de todos los parques de Bolivia, convencidos del aplastante rechazo a su destrucción, conducida por unos políticos y una política cortoplacista que ignora la inmensa riqueza material y cultural que guardan en su seno. No pasa desapercibida la presión que ejercen en esta ominosa carretera la corrupción inherente a las grandes inversiones en infraestructura, ni las actividades de empresarios sin escrúpulos y el narcotráfico metido hasta los tuétanos en la zona.La confrontación permanente, una versión renovada de la “revolución en la revolución”. Ha llegado en todas partes la sangre al río: Caranavi, Porvenir, El Torno, VIII Marcha, San Carlos, y tantos otros relatados y documentados en “¿Qué pasó?”, el libro de Carlos Valverde. A esos, sería casi imposible enumerar los que suman el ejercicio de la “justicia comunitaria”, tan activa y sin freno desde 2006. Cómo se llegó a esos extremos. Porqué tiene que morir tanta gente, la mayoría, gente inocente. Es la realización de una película de terror, con sujetos de apetito voraz ante la sangre humana. ¿Cuándo va a parar? ¿Quién lo va a parar?Los delitos y los pecados del racismo y la discriminación. Se han manchado las manos y la conciencia nacional. Apenas se disimula. Ha motivado el reconocimiento, quizás tardío, de la representante de NNUU en Bolivia, Yoriko Yasukawa, “Preocupa que ante cualquier conflicto, lo primero que se hace es golpear verbalmente al que no está de acuerdo, se lo cataloga, se lo etiqueta. No hay diálogo”. A los mejores se los tumba o se los encarcela. La intolerancia, ejercida primero por el gobierno, cunde a los demás. Negativo también es el dictamen del Relator Especial de NNUU sobre racismo y xenofobia, Mutuma Ruteere, tras recibir a representantes de los principales sectores de la sociedad boliviana. El presidente Evo agradeció los comentarios.Todas las rutas parecen conducir al mismo fin, como si se tratara de ir a los Yungas. Sangre una y otra vez. ¿Metafórico? ¿Destino fatal o consecuencia de esas atávicas tendencias del stalinismo criollo, tan bien analizadas por HCF Mansilla? Para R. Puente, exgobernador del MAS, es mejor «Decirle siempre al presidente lo que él quiere escuchar… Por tanto el presidente todo el tiempo se escucha a sí mismo»; en ese momento se cortó la transmisión de la entrevista, ¿casualidad? Rutas de sangre, la historia de Bolivia.